sábado, 31 de octubre de 2009

Vísperas


Cuando la noche del sábado ya se espera con esperanza el lunes siguiente, es la señal inéquivoca que no sabemos qué hacer con nosotros mismos.

Desde pequeñito hay que optar por la libertad y la rebeldía

viernes, 30 de octubre de 2009

Vísperas


Cuando la noche del viernes ya se espera con esperanza el lunes siguiente, es la señal inéquivoca que no sabemos qué hacer con nosotros mismos.

jueves, 29 de octubre de 2009

Reflexionando que es gerundio.


Más de tres años luchando, repitiendo lo nunca dicho y tantas veces pensado. ¿Ha servido de algo? ¿O ha sido únicamente la enésima estafa en nombre de la imaginación?
Recuerdo los ojitos de miedo que tenían los otros partidos y pienso que sí que ha valido la pena.

El mundo amarillo.


Os transcribo un trozo de "El mundo amarillo", un libro de Albert Espinosa.


Es curioso la cantidad de cosas que hacemos sin saber por qué las hacemos. Un amigo mío, Eder, escribió un relato en el que hablaba de "los tres segundos que aguantatamos mirando el sol". Es cierto aunque nadie te ha dicho que no puedes mirar más de tres segundos el sol, tú sabes que es cierto y no lo haces. Es curioso, el sol siempre está allí arriba, observándonos, dando calor, y en cambio qué poco le aguantamos la mirada. Sin duda es el gran amarillo. Lo sentimos, lo notamos, sabemos que está allí pero no debemos mirarlo mucho.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Como si un catalán cantase en quechua en Barcelona.



Kewdy de los Santos es un cantante dominicano más conocido como "Gato malo". Su especial vinculación con Barcelona le ha llevado a grabar varias bachatas en catalán e incluso se ha atrevido a cantarlas en programas televisivos de República Dominicana. Según él: "así explica de paso que en la madre patria no solo se habla español".
Que un dominicano cante en su país en catalán es una excentricidad comparable a que un catalán cante en quechua en Barcelona. Cada uno tiene libertad de cantar en la lengua que le apetezca y a nosotros, por supuesto, de escuchar a quien nos dé la gana. Defiendo el bilingüismo como herramienta para un mejor entendimiento, no para montar el número y llamar la atención de algunos medios de comunicación.

El barón rampante


"Así pues, éste de los incendios fue un buen verano: había un problema común que a todos interesaba resolver, y todos lo anteponían a sus otros intereses personales, compensándolos de todo la satisfacción de hallarse en concordia y estimación con muchas excelentes personas.
Más adelante, Cosimo tendrá que comprender que cuando el problema común ya no existe las asociaciones no son tan buenas como antes, y que vale más ser un hombre solo y no un jefe."



ITALO CALVINO, El barón rampante

martes, 27 de octubre de 2009

lunes, 26 de octubre de 2009

El proceso y su vigencia.



No hay ninguna duda de que detrás de las manifestaciones de este tribunal, en mi caso pues, detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se encuentra una gran organización. Una organización que, no sólo da empleo a vigilantes corruptos, a necios supervisores, y a jueces de instrucción, quienes, en el mejor de los casos, sólo muestran una modesta capacidad, sino a una judicatura de rango supremo, con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros ayudantes, sí, y es posible que incluso emplee a verdugos, no tengo miedo de pronunciar la palabra. Y, ¿cuál es el sentido de esa organización, señores? se dedica a detener a personas inocentes y a incoar procedimientos absurdos sin alcanzar en la mayoría de los casos, como en el mío, un resultado.



Primera comparecencia de K ante el tribunal.
FRANZ KAFKA, El proceso.

Revoltosos


"Si no fuera por los heterodoxos, los disidentes y los revoltosos, los partidos políticos acabarían en el cementerio de automóviles. Nada tarda tanto como lo que no se empieza”

Raúl del Pozo.

domingo, 25 de octubre de 2009

Talibanes catalanes


Eduard Escartín en La Razón.


La palabra fascista ha sido tan bastardeada por la izquierda, que prefiero utilizar el término talibán para simbolizar la intolerancia política y la violencia dogmática, concretada en la intimidación moral y física. No sólo en Afganistán proliferan tales individuos, sino que en nuestro país tenemos unos buenos discípulos. Todo este exordio viene a cuenta por la última hazaña de nuestros talibanes en Terrassa, donde quemaron una pantalla porque osaba retransmitir un partido de fútbol de la selección española. Pues bien, los «escamots» van y lo queman. La verdad es que esto no nos ha de extrañar pues el independentismo catalán cada día está más violento e intolerante a medida que sus expectativas políticas menguan tanto en España como en Europa. Desde destruir el monumento a los caídos en Barcelona o el alcalde Hereu impidiendo la retransmisión de la final España-Italia en el Mundial, hasta las hogueras inquisitoriales contra la enseña nacional o los retratos del Rey, pasando por las pitadas contra el himno español. Todo esto demuestra los métodos totalitarios de estos patriotas. No estaría de más señalar la responsabilidad de los que no quieren poner la bandera española en autobuses o balcones y los de la broma de la selección catalana separada de la española y que además incitan a las selecciones infantiles para que no oigan el himno nacional. No digamos los que impiden una humilde tercera hora de castellano. Lo que empieza siendo comedia en unos acaba siendo tragedia en otros.

viernes, 23 de octubre de 2009

Félix de Azúa: "En términos culturales, España no existe para Cataluña"


http://www.lavozlibre.com/noticias/ampliar/3986/felix-de-azua-en-terminos-culturales-espana-no-existe-para-cataluna

Witold Gombrowicz




"El mérito no es tener ideales sino no perpetrar pequeñas falsificaciones en nombre de los grandes ideales".


Witold Gombrowicz

jueves, 22 de octubre de 2009

Charnegos agradecidos.


La opinión de Jesús Royo Arpón.



Manolo Vázquez Montalbán dice que a los catalanes no hay nada que los haga más felices que un charnego agradecido: se les cae literalmente la baba. Por simetría, lo que más les debe cabrear es un charnego que se plante, que no trague, que no pase por el aro. Yo mismo, charnego y profesor de catalán, podía ser considerado un charnego agradecido. De hecho, la mayor parte de elogios por mi libro 'Una llengua és un mercat' –un alegato contra el mito de la identidad– me vinieron por mi dedicatoria: “a mis padres/als meus fills”. Yo era un “converso”. Pero desde que me he plantado como bilingüista, he pasado a ser un perverso.

El charnego agradecido adopta el catalán, quizá abomina del castellano, y a menudo es el más catalanista de la cuadrilla. Este ritual representa su aceptación del sistema de reparto del poder en Cataluña: o sea, la retención del poder a favor de sus actuales propietarios, simbolizados por la etiqueta-semáforo de la lengua que hablan. El charnego agradecido acepta y ratifica el principio de “puix parla en català, Déu li don el poder”. Y el poder ya se encarga de premiar al charnego agradecido: en la fábrica pasará a ser encargado, en el PSC podrá ser alcalde de un pueblo del cinturón, o dentro de CIU podrá llegar a ser cabeza de lista “de comarcas”.

La gratitud equivale, para el charnego, a una naturalización, a una “limpieza de sangre”. Piensa: “Ya que no soy catalán, para compensar, me haré catalanista”. La gratitud del charnego se basa en el autoodio: no ser catalán –no hablar catalán– es un defecto de fábrica, una condición impresentable y que hay que superar. Si consigue ser admitido en el círculo del poder, el charnego tratará de olvidar/borrar/disimular su lacra original. Se reirá del flamenco, abominará de la fiesta de los toros. Su lengua materna, el castellano, para él será sinónimo de barbarie, privaciones y fracaso. Incluso cuando hable en castellano lo hará con acento catalán –como el presidente Núñez– , y se sentirá orgulloso de cometer catalanadas.

El charnego agradecido es un personaje penoso, y a la vez tierno. Patético, sin duda. Creo que daría para muchas novelas.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Entre bomberos no se pisan la manguera


"Recuerdo al PSC que Unió no se ensañó con ellos cuando Sala fue condenado por el caso Filesa".

JOANA ORTEGA, Portavoz de Unió Democràtica.




"Todos tenemos nuestras propias Filesas".

XABIER ARZÁLLUZ

martes, 20 de octubre de 2009

"Dinamización" nacionalista

El pobrecito hablador.


¿Qué mejor careta ha de menester don Braulio que su hipocresía? Pasa en el mundo por un santo, oye misa todos los días, y reza sus devociones; a merced de esta máscara que tiene constantemente adoptada, mirad cómo engaña, cómo intriga, cómo murmura, cómo roba...




MARIANO JOSÉ DE LARRA
El pobrecito hablador, 14 de marzo de 1833

lunes, 19 de octubre de 2009

domingo, 18 de octubre de 2009

Sobre sabios, bobos y malvados


Félix de Azúa en El País.


Imagino al viejo profesor aún errante entre París, Chicago, Ginebra, Londres, Dios sabe. Puede anidar donde le apetezca, cerca de una biblioteca, eso sí. Es viejo, pero muchos le siguen leyendo porque nunca escribió como un profesor, sino como un escritor.

Sin los judíos de Viena, el mundo germánico iba a convertirse en un cuartel de borrachos

Cierta moral idiota tiende a distinguir los crímenes de Hitler de los de Stalin

No sé cuáles pueden ser ahora sus hábitos. ¿Mira la luna cuando se tiñe de amarillo como si tuviera ictericia? ¿Le aburre leer a los trágicos? ¿Acaricia a su gato con una pizca de autocompasión? Ni idea. Sin embargo, todo lo que he leído de este viejo judío de 80 años me ha complacido y le tengo un agradecimiento que nunca podré compensar ni con una felicitación navideña. "Happy new year, dear profesor Steiner". En la cartulina se ve un arbolito adornado con bolas luminosas y a sus pies un monigote de nieve con sombrero y pipa. Felicitación de tía hidrópica y en residencia, que apenas miramos antes de arrojarla al cesto. Los últimos resplandores del amor son demasiado dolorosos.

Creo que lo que más he apreciado en George Steiner es la infrecuente atadura de modestia y soberbia, humildad y orgullo, que asocio con los judíos de novela centroeuropea. Aquellos ciudadanos que inclinaban la cabeza o bajaban de la acera cuando se cruzaban con un oficial vienés, pero que sabían con certeza cristalina que el mundo germánico podía prescindir de la totalidad del Ejército austriaco (y así fue), pero quedaría reducido a un cuartel de borrachos si se destruía a los judíos de Viena. Y así fue.

No es su saber, que es considerable, lo que me gusta de este hombre, sino lo que hace con ese saber. Yo supongo que es la misma simpatía que me produce la obra de Stefan Zweig, cuyos libros llevan incorporado el corsé, el parasol de seda, el sombrero de paja italiano, los veranos en Baden Baden y términos como "clorótico" o "mozalbete", pero que no han perdido ni un ápice de su singular sagacidad, ni esa capacidad para hablarle al lector como si estuvieran los dos sentados en un café, envueltos por el humo de los cigarros. La narración puede interrumpirse para pedir otro marillenschnaps o para encomiar la entrada de una belleza que (se dice) alivia las cargas del ministro consejero de la Guerra, y seguir al cabo de un rato en el mismo tono de voz, la misma mirada al mármol, igual recogimiento. El estilo es modesto, lo que se cuenta es soberbio.

Ahora que George Steiner está un poco cansado (¡cómo ha de abatir ver en los rimeros de la biblioteca 30 libros escritos a lo largo de una vida entera, libros excelentes, elegantes, y que sin embargo carecen ya de la menor importancia!), le habrá subido la densidad a su escepticismo.

Siempre miró la vanidad del mundo por una esquina del ojo, nunca pudo vivir sin impaciencia el oropel, el boato, la purpurina de la buena sociedad. Al final de su vida ha aceptado algunos premios y honores, sí, tampoco es cuestión de avergonzar a los admiradores, pero con una distancia e ironía tan sutiles que sus valedores ni la pillan.

No sé si volverá a escribir alguna obra de envergadura. ¿Para qué? Él ya no lo necesita. Escribió sus libros para averiguar qué es lo que quería saber. Y ahora ya lo sabe. Para compensar, sus seguidores están recogiendo papeles por aquí y por allá, escritos que habían quedado sepultos en almacenes de revistas y diarios, algunos ya desaparecidos, donde podían haber yacido para siempre hasta hacerse polvo.

Sin embargo, en muchos de estos escritos circunstanciales, a veces forzados por la intendencia, hay fantasías, ideas, juicios, que no se habría permitido en un libro "serio" que iba a ser forzosamente comentado en el Times Literary Suplement o en el New York Review of Books. Demasiada responsabilidad, sobre todo, para el comentarista. ¿Cómo vas a hacerle esa jugada? No le pongas en un compromiso.

De modo que los libros que recogen su obra menor guardan algunas de las mejores páginas que le he leído, justamente porque aparecieron en ciertos medios a cuya clientela conocía como a su cepillo de dientes y no corría peligro ninguno mostrando su vena sarcástica.

En el último de ellos (hasta el momento) se recogen casi 30 artículos publicados por la revista americana The New Yorker (la traducción española está en la editorial Siruela) cuyos lectores forman un compacto biotopo de ejecutivos liberales, profesores de mediana edad, acomodadas matronas con ventana a Central Park, judíos cultivados y un manojo de radical chic. Es como escribir para tus hijos. Puedes permitirte burlas sobre los abuelos que nunca incluirías en una conferencia.

Es el estupendo equilibrio entre modestia y soberbia lo que le permite ser el mejor introductor de Thomas Bernhard en el mundo anglosajón, sin escatimar una colleja por el exceso de jeremiadas. O alabar como es debido el teatro de Brecht, sin ocultar la abyección moral del personaje. Poner en su sitio la radical belleza de la música de Webern, sin olvidar su confusa relación con los nazis. O, por el contrario, esclarecer la naturaleza criminal de Albert Speer sin negar su inteligencia, tan codiciada por los occidentales: fueron los rusos quienes impidieron que Speer se convirtiera en un ejecutivo de la élite industrial americana, como tantos otros nazis.

Si hubiera de destacar una sola de las virtudes que trae consigo este asombroso equilibrio entre humildad y orgullo, yo diría que es su coraje para asumir la identidad ética de comunismo y nazismo, así como para denunciar esa moral idiota de tantos europeos que tienden a distinguir los crímenes de Hitler de los de Stalin, justificando los de este último como "más comprensibles". Steiner es uno de los escasos escritores que desde hace muchos años (últimamente esta idiotez moral parece que disminuye) ha puesto las cosas en su sitio. Quizás porque sabe que el antisemitismo estalinista no tuvo nada que envidiar al nazi.

Mucho antes de la caída del muro de Berlín, en 1980, escribió Steiner un artículo magistral. Es uno de los más largos del libro y el más hermoso que he leído sobre ese sujeto repugnante que fue sir Anthony Blunt. No escatima alabanzas para el experto en barroco y neoclásico, ensalza las monografías que escribió Blunt, especialmente la de Poussin, no la hay mejor. Tampoco se ensaña con el personaje, cuya traición como agente doble del espionaje soviético y de los servicios británicos toma en su artículo un carácter turbio que luego expandiría John Banville en una estupenda novela.

En cierto modo, George Steiner quiere entender las debilidades de Blunt, su rencor contra la ignara clase alta inglesa, la sed de afirmación de un homosexual que podía ser condenado a penas humillantes. Pero entender no es comprender. El objeto de su artículo no es Blunt, sino aquellos que, una vez descubierto, juzgado y condenado, aún le defendían porque era "uno de los nuestros". En particular, sus colegas de Oxbridge, la aristocracia universitaria británica, los nacionalistas de la sabiduría.

He aquí lo que me lleva a sentir tanta simpatía por este hombre altivo y respetuoso: sabe cabalmente quién es un criminal, aunque alguno de ellos posea un talento del que carecen las gentes honradas. Al criminal hay que entenderle y castigarle sin ánimo de venganza. Pero a quien no se puede perdonar es al tullido moral que defiende o "comprende" a los criminales.

Como decía Cipolla, podemos llegar a entender la coherencia de un malvado, pero el imbécil es perfectamente incomprensible. Y detestable. La soberbia nos pide que tratemos de entender al criminal para combatirlo mejor. La modestia nos obliga a renegar del idiota que lo justifica. Así lo hizo Steiner sabiendo a lo que se arriesgaba, con el soberbio orgullo del modesto.

50 años anclados en la violencia



Reyes Mate en El Periódico de Catalunya


ETA ha conmemorado sus 50 años de existencia asesinando. Lo sorprendente no es que mate, que es lo suyo, sino que exista. Eso es lo que llama la atención de la prensa extranjera. Esta España, bien integrada en los valores cívicos occidentales, y este País Vasco, con un nivel de autonomía política que resiste cualquier comparación, no permiten ninguna justificación ni moral ni política del terrorismo etarra . Sería comprensible la existencia de algo así como un grupo mafioso que, falto de apoyos sociales, hubiera transformado viejos ideales políticos en un modus vivendi basado en la extorsión. Pero si todavía es algo distinto a un mero grupo mafioso es porque, pese a todo, sigue contando con equívocos políticos y complicidades culturales.

Respecto de los primeros, hay que decir que la evocación de un nacionalismo irredento, fruto del mito más que del análisis histórico, hay que tomárselo con distancia. El más fervoroso nacionalista debería en algún momento mirarse en el espejo que le pone delante El Quijote. Ahí aparece el vizcaíno como la encarnación del cristiano viejo porque por sus venas no corre una gota de sangre impura, ya sea judía o morisca. Y ese cristiano viejo, que tan bien representa el vasco, es, no lo olvidemos, el prototipo del español castizo.
Cervantes, es verdad, no era historiador, pero sí un genio por la ironía con que captó las ideas y creencias de su tiempo. Esa pelea entre el vizcaíno, representante de las esencias patrias, y El Quijote, de sangre tan impura que unas veces es Quijano y otras Quesana o Quejada, destroza el mito nacionalista. Si los libros de texto han dado un vuelco a la historia presentando la «pureza racial» como sangre no contaminada por lo español, habrá que dar la razón a Victor Hugo cuando decía que «si no damos la razón a los hechos, la ignorancia nos perderá». En el capítulo, pues, de la identidad nacional, solo el conocimiento puede salvarnos.
Las complicidades culturales tienen por epicentro el prestigio de la violencia. Donde este prestigio se pone a prueba, en primer lugar, no es en las solemnes condenas de los asesinatos, faltaría más, sino en cómo valoramos sus consecuencias, por ejemplo, en las víctimas.
Durante cuatro decenios, las víctimas de la violencia etarra eran invisibles. Tenían que privatizar su dolor y renunciar a darle un significado político. No se entendía que levantaran la voz, ni siquiera en el funeral. Lo que se sobreentendía es que la historia no avanza sin producir algunos inevitables efectos colaterales. Lo que procedía en esos casos era lamentarlos, sin que a nadie se le ocurriera la peregrina idea de que el futuro tuviera que construirse sobre la memoria de esas víctimas. Gracias al empuje de la memoria, que se ha dado en todo el mundo, las víctimas de la violencia etarra han empezado a contar.
Una segunda manifestación del halo místico de la violencia es el miedo a juzgarla, de ahí la equidistancia respecto de toda forma de violencia. Maestra consumada de esta nivelación del sufrimiento ha sido la Iglesia vasca. Desde el primer momento lo tuvo claro: había que homologar el sufrimiento de las familias que tienen que visitar lejos al hijo preso, con el de la mujer o los hijos de concejal socialista o popular al que ese mismo hijo había asesinado a tiros. La querencia nacionalista de la mayoría de sus pastores les ha llevado a interpretar los hechos de la violencia (asesinatos, torturas, amenazas , etcétera) a la luz de un supuesto conflicto político previo, en lugar de profundizar, como cabría esperar, en el significado moral de esos hechos. Querían estar tan cerca de su grey –el nacionalismo vasco es impensable sin el componente religioso– que no comprendieron el colosal desafío que supone a la conciencia cristiana vivir bajo el terror. Es verdad que ha habido, sobre todo en los últimos tiempos, voces críticas, pero son tan débiles que la tarea de romper el embrujo de la violencia sigue pendiente.
Habría que señalar, finalmente, las biografías de una generación española que no ha hecho sus deberes sobre este particular. La dictadura franquista incluía entre sus objetivos prioritarios borrar del mapa los brotes nacionalistas. Eso explica el favor que encontraron entre los antifranquistas los primeros asesinatos de la banda terrorista ETA.

Con la llegada de la democracia, aquella generación cambió su valoración de la violencia. Lo que pudo haber tenido sentido en una dictadura no lo podía tener en una democracia. Y se pasó de la complacencia a la crítica. Pues bien, lo que pretendo decir es que el itinerario revela una insuficiente elaboración de la significación política de la violencia, porque si hoy estamos donde estamos es porque ETA tuvo en un momento el apoyo de muchos intelectuales, políticos y líderes sociales. Entonces se incubó el huevo de la serpiente.
Contra ese pasado, ¿qué podemos hacer? Mucho si llegamos a entender que la violencia es un producto altamente explosivo y no, como entonces creíamos, el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura. La militancia por la resolución razonada de todo tipo de conflictos, los domésticos y los políticos, cuestiona cualquier complacencia con ese pasado violento y con toda forma moderna de violencia.

sábado, 17 de octubre de 2009

Menores y crimen sexual


Juan Manuel de Prada en ABC


Decíamos en un artículo anterior que es signo distintivo del Mátrix progre combatir farisaicamente las calamidades en sus consecuencias, después de haberlas alimentado en sus orígenes. Así, ante la floración de delitos sexuales perpetrados por menores durante los últimos meses, el Mátrix progre se ha puesto a debatir con entusiasmo y verdadero gusto sobre la extensión del castigo penal a menores. Castigo que nada resolvería; pues los menores con tendencias criminales se tropezarían con la siguiente disyuntiva: o someterse a la ley, renunciando a la consecución de un placer que previamente se les ha pintado con los trazos más apetecibles; o esquivar la ley, consiguiendo con ello el placer ansiado. La ley penal sólo actúa como freno eficaz cuando la preceden frenos morales previos, arraigados en la moral social. Cuando estos frenos fallan, o simplemente dejan de existir, después de haber sido combatidos como rémoras que obstruyen el culto al placer, los menores emplazados ante la disyuntiva de someterse o esquivar la ley elegirán el segundo camino.

Porque detrás de la comisión de estos crímenes sexuales se extiende toda una red de complicidades. Y sólo se logrará acabar con esa red de complicidades mediante una purificación del ambiente moral. Pero un ambiente moral corrompido no se cambia mediante meras reformas legales; su corrupción tiene que ser atacada en sus orígenes. Y habrá de aceptarse que se conseguirá muy poco modificando las leyes si antes no se vigorizan los fundamentos morales. Si a los menores no se les inculca una moral efectiva, pedirles que respeten normas legales cuyo fundamento moral se les ha escamoteado será tanto como pedirles que resuelvan raíces cuadradas sin un conocimiento previo de las cuatro reglas aritméticas. Es el escamoteo de ese fundamento moral lo que provoca la floración hedionda de crímenes sexuales.

Trece años tenían algunos de los muchachos que en estos días nos han sacudido de horror. A esa edad les reparten condones en las escuelas y les ponderan las delicias de la libertad sexual; a cambio, les dicen que tales delicias sólo pueden alcanzarse si son plenamente consentidas por la otra parte. Pero esta barrera del «consentimiento» se torna absolutamente ineficaz, porque previamente se ha desatado una fuerza arrasadora. El efecto de tratar la sexualidad como cosa inocente y natural, decía Chesterton, es que todas las demás cosas inocentes y naturales se empapan y manchan de sexualidad. Y la sexualidad liberada de tabúes e inhibiciones no tarda en convertirse en pasión putrescente que lo anega todo en su marea.

No estamos en presencia de degenerados nacidos por generación espontánea, sino ante una inmensa trama de degeneración ambiental. Los degenerados natos apenas existen; y, cuando el ambiente moral es contrario a la degeneración y sus frenos son poderosos, sus inclinaciones torcidas pueden enderezarse, o siquiera cohibirse. Fuera de unos pocos casos excepcionales, la degeneración requiere una atmósfera favorable, hospitalaria, nutricia. Si a un menor con inclinaciones degeneradas se le inculca una moral laxa que no acepte otra guía que la consecución del deseo; si se le persuade de que la satisfacción de sus apetitos no sólo no constituye un signo de inferioridad, sino que es prueba de saludable madurez; si se le educa sin ninguna base espiritual, de tal modo que en el prójimo no ve sino un organismo diseñado para la obtención de placer, se inclinará cada vez más hacia lo nefando. Pensará, soñará, apetecerá lo nefando; y acabará perpetrando un crimen. Mientras se escamoteen los fundamentos morales que hacen odioso el crimen sexual, de nada servirá el dique del castigo penal; porque las víctimas de los menores degenerados lo son antes de un ambiente social corrompido.

El pagafantas


Ignacio Camacho en ABC


EL pagafantas es un tipo que se pasa la vida tratando de comprar favores para que le quieran. El pagafantas quisiera ser un seductor, pero se queda en un amigo obsequioso en el que las chicas más prácticas confían para que las saque de apuros. El pagafantas siempre está dispuesto a sufragar, como su propio nombre indica, los caprichos de su objeto de deseo, pero el cortejo suele acabar con una cortés sonrisa de agradecimiento. El pagafantas, no obstante, es inasequible al desaliento porque pagar las fantas forma parte de su manera de ser y es el modo que tiene de engañarse a sí mismo y creerse imprescindible.

Zapatero es un típico pagafantas, con la nefasta particularidad de que no paga las fantas con su propio dinero. Va por la política repartiendo mercedes con las que trata de obtener simpatías, prestigio, relaciones, pactos y, en última instancia, votos, y todo el mundo sabe que para obtener cariño siempre tiene dispuesta una chequera que considera inagotable porque ha descubierto que el déficit posee la propiedad aparentemente milagrosa de allanar voluntades. En España ofrece regalos y cheques a los sindicatos, a los cineastas, a los banqueros en apuros, a los escolares, a los papás de bebés recién nacidos y sobre todo a los nacionalistas, que son su pasión incomprendida, su amor inestable, antojadizo y tarambana. En el extranjero abona las cuentas de la Alianza de Civilizaciones, alquila sillas de favor en las cumbres, reparte fondos de cooperación, restaura castillos italianos y dona cúpulas a la ONU. Para su esplendidez no existe la crisis, ni el aprieto, ni la bancarrota; es capaz de cualquier cosa por una sonrisa, por una palmada, por un halago, por un abrazo agradecido o por un sitio preferente en una foto.

Pero donde el pagafantas despliega su pagafantismo más generoso es en la política autonómica. Preso de verdadera ansiedad por el cariño de los nacionalistas, y muy en particular de los catalanes, abre el bolsillo con una largueza dispendiosa. Su permanente disposición para hacerse cargo de cualquier factura se ha convertido en legendaria entre esa clase de políticos manirrotos a los que ningún gasto parece nunca suficiente. Todos han descubierto que el secreto de su prodigalidad consiste en no entregársele del todo, en mantener la expectativa de una seducción inalcanzable; lo exprimen, lo sablean, lo parasitan y finalmente lo chulean. El pagafantas siempre está ahí para recoger la factura, para plegarse a cualquier exigencia, para financiar aunque sea a débito cualquier pretensión a cambio de la vaga promesa de un aserto. Jamás tiene un no, ni siquiera un pero; con tal de hacerse querer es capaz de entrampar hasta las cejas a un Estado al borde la quiebra.

El pagafantas es una ruina, un agujero sin fondo, pero le da igual: vendería -y de hecho vende- hasta lo que no tiene para mantener la remota esperanza de ser amado.

viernes, 16 de octubre de 2009

Elogio de José Tomás


Juan-José López Burniol en El Periódico de Catalunya


Vi toros por vez primera --con 6 ó 7 años-- en una plaza portátil instalada nada más y nada menos que en Vic. Desde fines de los años 50 frecuenté, siempre con mi padre, la Monumental de Barcelona. Recuerdo, de entonces, a Paco Camino alternando como novillero con Victoriano de la Serna hijo, y a Antonio Borrero, Chamaco, fenómeno tan intenso como breve. En los años 60, vi a una larga serie de diestros: Antonio Bienvenida, Luis Miguel, Ordóñez, Julio Aparicio padre, Miguelín, Curro Romero, Puerta, Camino, El Viti y tantos más. En los años 70, ya sin mi padre, siguió la racha con Paquirri, Palomo Linares, Galán, Manzanares padre. Y, tras un intervalo de más de una década, retomé la afición a finales de de los años 90.

He asistido a festejos en Barcelona, Madrid y otras plazas, según los vaivenes profesionales de mi padre y míos. He visto desde siempre los cuatro primeros tomos del Cossío en casa de mis padres, y leí en tiempos literatura taurina del más diverso pelaje. Les digo todo esto solo para dejar constancia de que los toros están fuertemente imbricados en mi vida y lo que es más importante en mi lenguaje: muchos de los modismos que uso a diario son taurinos.

De ahí que sienta una profunda gratitud por José Tomás, que ha llenado de nuevo la plaza de Barcelona, con su valor, su arte y su entrega. Lo que me permitirá recordarla así, en una tarde de plenitud, cuando llegue --si llega-- el día de su cierre forzoso. Y, si es así, no me quejaré. Callaré. Solo exclamaré para mis adentros, pensando en un partido político: "Tu quoque?" ( tú también?). Y lamentaré --pensando en un país-- que el impulso magnífico de su afirmación se realice, a veces, negándose un poco --una mica-- a sí mismo. Pero así es la vida.

jueves, 15 de octubre de 2009

Desaprender España


Tomás Cuesta en ABC


NO les falta razón a aquellos que proclaman que, hoy por hoy, «a hores d´ara», el catalán anda pachucho, tirando a agonizante. El «vaso de agua clara» (Pemán «dixit») del que bebieron Riba y Pla, el inmenso Carner y el mundano Sagarra, se ha convertido en una jerigonza turbia que infaman al unísono los medios de comunicación de mesas (no de masas, puesto que se sustentan, pitas, pitas, a costa de las dádivas) y la reala intonsa de los politicastros. Por no mentar a los supuestos portavoces de una «sociedad civil» de pega que es, en realidad, de paga. O a los pigmeos que emborronan la estafilla literaria. El catalán -que siguió siendo una lengua de cultura a contrapelo del régimen de Franco- ahora es un aval de adhesión inquebrantable ante los que gestionan el cupo de poltronas y la plantilla de sumisos funcionarios. Cualquiera puede llegar a «president» (ahí tienen a Montilla, que es un ejemplo irrefutable) sin saber si la utilización del partitivo es una herencia del bantú o del occitano. Por contra, los que aspiran a una plaza de ordenanza, tienen que ser capaces de salir a la pizarra a dar cuenta del cómo, el cuándo y el porqué las vocales son abiertas o «tancadas».
En cualquier caso, el objetivo de la funesta Ley de Educación que viola a conciencia (de hoz y coz, «pel devant i pel darrera», por detrás y por delante) los derechos que asisten a los ciudadanos, no es remediar la decadencia del idioma vernáculo a costa de arruinar el castellano. Lo que persigue es transformar en zombis (o en robots; cualquier inversión en I+D está justificada) a las generaciones venideras. Formatear la respuesta emocional de los votantes del mañana. De ahí, que con independencia del pedigrí de cada cual y de que haya venido al mundo en Mollerusa o en Córdoba la llana, todos quienes atracan -¡y vaya que si atracan!- en el embarcadero de la Plaza de Sant Jaume pretendan liquidar la libertad administrando ideología en vena y filología en cápsulas. «Per collons» y por las bravas, que nadie se llame a engaño. Lo esencial es que la identidad se vea reforzada y no contaminar la estupidez de «casa nostra» con inopias foráneas. A fin de cuentas, y aunque Rodríguez Zapatero se esfuerce en abolir las diferencias entre los zotes de solemnidad y los molondros carentes de pompa y circunstancia, en el terreno de las aulas todavía hay clases. «Els joves catalans», dentro de pocos años, tendrán el privilegio de ser analfabetos redoblados. Ni podrán descifrar un soneto de Foix («Sol, i de dol, i amb vetusta gonella...»), ni sabrán qué demontre significa diantre. ¡Analfabetos redoblados, casi nada! En Extremadura, en cambio, deberán conformarse con el título de analfabetos redomados. Y aún nos deberían dar las gracias.
Si es cierto que el catalán se encuentra en baja forma también es obvio que la burricie a espuertas y la ignorancia a saco no le ayudarán a superar el trance. En cuanto a la campaña de depuración lingüística que promueven Montilla y sus secuaces, es un empeño estéril, amén de una falacia. Lo que corre peligro en Cataluña no es el español, que se defiende solo, sino la propia España. Fomentar el rencor, falsificar la historia, atizar el desdén, minar la tolerancia... O sea, aprender de cabo a rabo a desaprender España. Asignatura obligatoria -obligadísima- pese a que no aparezca en los temarios.

Tras el español, prohibirán los toros


Una columna de José García Domínguez


Resulta que la secular querencia taurina de Cataluña ha dado en salir del armario a borbotones al socaire de ese cóctel de esnobismo populista y devoción laica que en todas partes suscita José Tomás. De ahí, sin duda, la irritada diligencia con que el Parlament tramita la ley que prevé expulsar a la Fiesta Nacional de la nació por las bravas. Total, si ya han prohibido la lengua impropia ¿por qué no eliminar de paso la tradición impropia, ese bárbaroinjertoimpuesto por Madrit que responde por tauromaquia?

Sin ir más lejos, es decir no yendo muy allá, eso predica la independentista Pilar Rahola, inopinada musa de los nacional-taurófobos domésticos. Así, al ignaro modo, un desencuentro ético a cuenta de humanos y otras bestias ha acabado transmutarse en falsa querella identitaria, otra más. Pues, como es fama, quienes festejan el Correbou de Cardona, al igual que cuantos participan en esos dos centenares largos de encierros que al año se celebran en Cataluña, todos, sin excepción, resultan ser oriundos de Australia. Y es que, desde tiempo inmemorial, los hereus y pubilles autóctonos aprovechan esas fiestas locales para recogerse en sus hogares y profundizar en el estudio de Kant y Schopenhauer en discretos seminarios privados.
Compréndase, pues, la atónita perplejidad que asaltó a nuestra activista ante lo nunca visto: nada menos que una corrida de toros en La Monumental. Llegado "con aires de conquista", "decidido a plantar la bandera de una fiesta cruel y obsoleta", presto a lanzar "un reto a la sociedad catalana", hubo de clamar contra José Tomás la airada republicana desde La Vanguardia del Grande de España. Y pensar que tan pronto como el 25 de julio de 1835 se celebró la corrida más esperada de aquella temporada en Barcelona. Que el festejo resultó un fraude para la afición (los toros, muy flojitos, se caían). Que cientos de catalanes, irritados por la falta de trapío de aquel ganado, se dirigieron entonces al centro de la ciudad y quemaron la iglesia de La Merced, el convento de San José, el de los Carmelitas Descalzos, el de los Dominicos y el de los Agustinos. Que el día acabó con dieciséis curas asesinados... Y que la Rahola aún no se ha enterado.

Los montillas catalanes


Edurne Uriarte en ABC


A estas alturas, ya no me sorprende el fanatismo lingüístico de los nacionalistas. Ha sido sobradamente analizado y diseccionado. Los nacionalistas catalanes persiguen al español, se saltan las leyes y desobedecen sentencias judiciales porque consideran el catalán la esencia de su identidad, de su diferencia, de sus derechos étnicos. Y, además, la base de sus privilegios y de su poder. Son fanáticos con causa y con intereses. Los que sí me siguen sorprendiendo son los esclavos voluntarios de ese fanatismo.

Los cientos de miles cuya lengua de comunicación es el español, la mayoría de los ciudadanos de Cataluña, y que, sin embargo, apoyan a los partidos responsables de las leyes del fanatismo lingüístico. En contra de su causa y de sus intereses.

Y es que hay algo incontestable en la nueva Ley de Educación catalana y en otras tropelías cometidas por las instituciones de esa comunidad. Que son plenamente democráticas, al menos en cuanto a sistema de decisión y juego de las mayorías y minorías. Han sido aprobadas por una amplia mayoría de los partidos y refrendadas en las urnas una y otra vez. Por un electorado catalán lleno de Montillas, ciudadanos cuya lengua es el español, que ni son nacionalistas ni fanáticos, pero aceptan gustosamente las imposiciones fanáticas. Hasta las lideran, si hace falta, y no hay más que ver a Montilla, el más nacionalista entre los nacionalistas.

Y éste no es un problema de la política o de la democracia, sino de la psicología. De la fuerza de unos valores sociales y de unos modelos de éxito en los que los ciudadanos «de segunda», hijos y nietos de inmigrantes, o los más miedosos, o los más susceptibles a la presión nacionalista, se apuntan gustosamente al fanatismo para integrarse. Formar parte de los triunfadores, aunque sea a costa de uno mismo y de sus intereses. Esa es la tragedia de los Montillas catalanes.

miércoles, 14 de octubre de 2009

La manía de pensar


Joan Barril en El Periódico de Catalunya.


El PSC tiene un problema. En realidad, todos los partidos tienen en estos momentos más de un problema. El primero de ellos: la escasa influencia que mantienen con el tejido social. Los partidos pasaron de ser asambleas de ciudadanos lúcidos a convertirse en meros clubs de fans de los dirigentes. Hoy, privados de dirigentes de categoría, incluso los clubs de fans han desaparecido y los partidos políticos son meras agrupaciones de personas que tienen en el servicio al partido la garantía de su propia estabilidad profesional. Cuando el partido está en el poder, la vida del militante es un largo río tranquilo. Cuando, por el contrario, su poder ha de compartirse con otros partidos y las victorias futuras se ven cada vez más difíciles, entonces a los militantes les da por blindarse y desautorizar a sus críticos interiores.
Ese sí que es hoy por hoy un problema específico del PSC. A la hora de los votos se recurre al club de fans. Pero a la hora de las dudas y la falta de empuje, los pequeños poderes del PSC no dudan en pasarse por el forro esa libertad de tendencias que siempre ha caracterizado a la socialdemocracia europea y que constituía uno de sus grandes atractivos.
Si damos por supuesto que la socialdemocracia es la ideología de la razón, ¿por qué de pronto el debate intrapartidario del PSC ha desaparecido? ¿Qué ha sucedido para que desde dentro del partido se haya preferido construir una ciudad de vacaciones mentales antes de acometer el improbable riesgo de animar una lluvia de ideas en tiempos de sequía? Al fin y al cabo, ¿no es precisamente ahora, cuando el socialismo catalán se encuentra preso de la triple tenaza de unos socios incómodos, de un Zapatero frívolo y de un descrédito creciente, cuando se necesitan diagnósticos y remedios?
Y en eso llega Mascarell a advertir que algo se está rompiendo entre el PSOE y el PSC. Lo malo no es el diagnóstico, porque más o menos eso ya fue dicho en su día por Iceta y por el propio Montilla. Lo malo es que lo diga alguien a quien, como tantos otros, la exigua dirección de Nicaragua mandó al purgatorio a condición de no regresar jamás. Para desautorizar a Mascarell se ha elegido a Joan Ferran. Una lástima, porque una de las mejores virtudes de Ferran es la ironía, y en su respuesta esa fértil ironía se ha perdido. Dijo que el exconseller Mascarell ya solo es un ateneísta. En efecto, Mascarell es vicepresidente del Ateneu Barcelonès, pero Ferran y los suyos aún creen que estar en la cúpula de un partido es algo moralmente superior a ser miembro del Ateneu.
Esa es una variante del problema pesecero. El movimiento obrero de hace un siglo se ennobleció precisamente creando ateneos y lugares de debate. Un Ateneu se llama así en honor del templo de Palas de Atenas, la que fue diosa de la guerra hecha con inteligencia, de la paz y de la sabiduría progresiva. No es casual que a la sombra de sus columnas se encontraran filósofos y poetas para intercambiar ideas. Según el teorema de Joan Ferran, partidos y ateneos ya son incompatibles. Si Ferran le niega capacidad política a Mascarell, parece lógico que el Ateneu le dé la espalda a Joan Ferran y a lo que representa.
No ha gustado la profecía de Mascarell en Nicaragua. En vez de pensar, se ha ido a desautorizar. ¿Cuánto tiempo hace que el PSC, antiguo ateneo de intelectuales, no dice lo que piensa? O tal vez no es ese el problema. Tal vez el verdadero problema del PSC es que hace tiempo que ha perdido el hábito de pensar, porque ahora lo que toca es sobrevivir.

martes, 13 de octubre de 2009

¿Quiénes son uds. para pedirnos nuestro dinero?


Enrique Calvet en Expansión.



Seamos serios. España, como todos los países avanzados y democráticos, ha tenido que afrontar, económica y socialmente, el primer embate súbito y fortísimo de una crisis gigantesca y global, superpuesta a la suya propia. Ha sido y es un momento de emergencia social total. No olvidemos que el objetivo, particularmente en los países europeos, es doble. Por un lado evitar el descalabro económico, pero, por el otro, proteger al máximo el modelo social que hemos elegido, en el que una mínima cohesión social y una estructura de solidaridad y protección a los más débiles ciudadanos son irrenunciables. Por lo tanto, como todos, España ha tenido que acudir urgentemente a aumentar el gasto público muchísimo, como medida desesperada inmediata. Lo habrá hecho muy torpemente, pero cualquier gobierno lo hubiera hecho, aquí y acullá, igual de forzado. Por lo tanto, las diatribas demagógicas cuando reprochan, hoy, al Gobierno, no haber priorizado el control del déficit público sobre las necesidades apremiantes, pueden resultar frívolos eslóganes de baja política. Y no estamos para populismos a ras de suelo.
Pero el dinero no es infinito y todas las facturas se pagan. Es hora, tras haber capeado el primer ataque del tsunami, de empezar a contar para pagar destrozos y rescates. El Estado va a necesitar irremediablemente dinero. Y, por lo tanto, los impuestos habrán de subir. Es inevitable. No creemos que ni los más eximios adoradores de la curva de Laffer, con un déficit rondando el 10% en un entorno global de profunda recesión, piensen que se pueda evitar subir impuestos. Eso va a suceder. El dilema no es si sí o si no, las preguntas son: ¿cuándo, cómo, cuánto, quién?
Sobre el momento y la manera, ligados entre sí, mucho se debatirá y el planteamiento debería tener en cuenta a esos expertos que nuestro Presidente ignora. Monsieur Sarkozy, por ejemplo, ha decidido no subirlos ahora ( pero lo terminará haciendo, créanlo). El debate entre indirectos, directos, especiales, cotizaciones, inflación (que sí es un impuesto) es importante y complicado, pero hemos de dejarlo para mejor tratamiento en espacios más extensos y por mejores plumas.
En cambio, no podemos dejar que se minusvalore el cuánto y el quién. Unos ejemplos nos permitirán ser breves: ¿Cuánto dinero nos van a pedir para hacernos descubrir nuestra nueva masculinidad? ¿Cuánto para que se puedan abrir constelaciones de embajadas regionales? ¿Cuanto para promocionar el quéchua o rotular las calles de Perpiñán? ¿Cuánto para mantener ministerios, más que inútiles, desigualizantes? ¿Cuánto para subir a los funcionarios el 3,9%? ¿Cuánto para financiar acciones contra el uso de la lengua común de España? ¿Cuánto para subvencionar un modelo energético ruinoso y sectario? Y un largo etc... que rellenaría la enciclopedia británica. Pues para todo eso, mejor que no nos pidan nada. Es más, que no pidan hasta que hayan anulado o racionalizado esos gastos impresentables. La ciudadanía española ha demostrado ser muy solidaria y lo suficientemente preparada para entender que sin un esfuerzo en estructuras, empezando por el sistema financiero, no saldremos de la crisis. Está dispuesta a compartir sacrificios y arrimar el hombro. Pero no a pagar banquetes y bautizos que terminan destrozando el local. Porque lo más grave de todo ese despilfarro no es la falta de austeridad, es la inversión de recursos escasos (los nuestros) en acciones que van directamente en contra de lo que la ciudadanía necesita. En contra, incluso, del sentido común. A favor, eso sí, de intereses de poltrona (estatal, regional, local, todas valen..)
Y llegamos a ¿Quiénes son Uds. para pedirnos nuestro dinero? ¿Los que prometieron un nuevo modelo económico en el 2000, y hasta ahora? ¿Los que saben más que todos, todos los organismos internacionales? ¿ Los puntilleros de la unidad de mercado? ¿Los de la “Champion League”? ¿Los de “dónde dije digo, digo Diego” cotidiano? ...
Un gobierno, para subir impuestos, ha de tener confianza y credibilidad. Y de eso, andan muy escasitos nuestros próceres de izquierda y derecha cuando la crisis desenmascara todas las frívolas actitudes demagógicas y aprovechonas.
Una reforma fiscal que exige sacrificios se puede imponer coercitivamente frente a la repulsa mayoritaria y la desconfianza general. Pero no conviene, pues desencadena unos movimientos y unas energías de rechazo que son costosísimos y ruinosos en todos los órdenes: moral, social, económico, politico... Este tema de la subida de impuestos es otra de las áreas en la que se ve nítidamente, una vez más, que en este momento de emergencia diferencial que vive España, necesitada de unidad, confianza y motivación, es absolutamente deseable un pacto de Estado entre los partidos de ámbito nacional que devuelva confianza a la ciudadanía española, la vuelva a poner en el centro de sus preocupaciones y de las decisiones, lejos de encuestas y partidismos, y le sirva de ejemplo o, lisa y llanamente, le sirva. Si además, ese pacto de Estado se hiciese con otros políticos que los quemadísimos y poco fiables actuales, sería ya como ganar al póquer....

Con las manos en la masa


Félix de Azúa en El Periódico de Catalunya


En esa inagotable base de datos que son las casi 2.000 páginas del monumental Cultura. El patrimonio común de los europeos, de Donald Sassoon (Crítica), hay una frase notable por su concisión: “Las masas de los años que siguieron a la primera guerra mundial eran cuantitativamente mayores que el pueblo de los románticos” (página 1179). Fue, en efecto, a partir de la Revolución rusa, la cual se solapó con la gran guerra, cuando el ya muy estropeado concepto de pueblo acabó su recorrido. Aunque todavía lo utilizan los sátrapas tipo Hugo Chávez y los clérigos con angustia nacional, lo cierto es que el pueblo ha desaparecido sin dejar rastro.

Bien es verdad que pocos años más tarde también desaparecería otra institución infectada de religión, el proletariado, fundida en esa otra noción más potente, la que mejor ha resistido las nivelaciones sociales, que es la de masa. Frente a lo que podía parecer durante los años dominados por el izquierdismo, cuando el término masa era despectivo y solía ir asociado a enajenación o alienación, en la actualidad no hay otro remedio que tomarlo como el más exacto descriptor de lo que hay, sin calificativos.
Imagino un novelista de los años 60 del siglo XX, uno de aquellos artesanos como Tomás Salvador, Alfonso Grosso o Torcuato Luca de Tena, construyendo personajes a partir de rasgos físicos más o menos labriegos, la indumentaria, los hábitos y el modo de hablar de las clases urbanas. Era lo más corriente, e incluso un poeta como Gil de Biedma sabía cuál iba a ser la identificación que produciría aquel verso inmortal: «Yo nací, perdonadme, en la época de la pérgola y el tenis». Imagino que estuvo a punto de escribir tennis, pero se contuvo. La mejor novela, en este aspecto, fue sin duda El Jarama, tan detestada por su autor, Rafael Sánchez Ferlosio, en la que todos y cada uno de los personajes reproducen las rarezas sintácticas y léxicas de su lugar de origen o de su oficio. Son notabilísimas las intervenciones de los guardias civiles, tras la muerte accidental de una muchacha. Un fenómeno de exactitud que ahorra al escritor insistir sobre los tópicos del tricornio.

Imagino ahora a
un novelista menor de 30 años tratando de definir a sus personajes. Se verá completamente perdido. Solo podrá utilizar voces íntimas, buceos en la subjetividad del carácter, introspección en primera persona, porque en lo físico y en el modo de hablar apenas quedan ya distinciones. La masa tiene una sola voz, viste de manera gregaria, carece de desacuerdos o identidades) y encima no los necesita.
La presente obsesión por esa gente a la que suele llamarse los famosos suaviza la angustia de que ya no existan personas distinguibles, aunque sean grotescos constructores que engordaron vendiendo secarrales, aristócratas tronados o prostitutas que posan como modelos de elegancia. Carne para melancólicos.
La masa, afortunadamente, es mucho más rigurosa y severa. Solo entre personas muy atadas a la cultura rural (sobre todo las que llevan poco tiempo de vida urbana) es donde se dan tanto la nostalgia de pueblo como de los personajes distinguidos. La masa, la cada vez más poderosa y cohesionada unidad social (que, por cierto, es un coloso comparada con el enano que analizó Elias Canetti), ha barrido la vida rural y la popular, pero también la que se daba durante el breve periodo de la lucha de clases y que aún pudo componer con gran acierto Juan Marsé.
Quizá por esta razón, las novelas que en la actualidad enlazan con un público masivo usan una escenografía llamada abusivamente histórica, pero que es en realidad el sueño de una sociedad con diferencias, con clases, con añorados señores y siervos. Los asuntos de templarios, de mahometanos cordobeses, de estirpes religiosas medievales, de herederos de amantes de Cristo, esquivan la imposibilidad de definir mediante el recurso al disfraz. Vestidos de templarios o sarracenos, el príncipe y la corista adquieren distinción.
A la hora de hacerles hablar, se puede recurrir a un lenguaje de trapo, de culebrón televisivo. El Papa renacentista y valenciano habla siempre en plural, aunque sea para decir: «Tenemos una calor que nos atufa».

No creo equivocarme si añado que cuanto mayor es la cohesión de la masa (y es a partir de Google y Wikipedia que la igualación reduce a la nada el monigote llamado intelectual, uno de los últimos fácilmente imitables), mayor va siendo el poder del Estado. La masa es un monstruo con vida propia en el que no cuentan los individuos, pero también es una ameba ciega, sorda y desnortada. De modo que el Estado va siendo requerido por los propios súbditos (cada vez más amasados) para que extienda sus tentáculos hasta los rincones más íntimos de su privacidad.
Es la masa la que exige al Estado que prohíba el tabaco, que dicte la ley seca en carretera, que impida a los padres intervenir en los abortos de sus hijas menores, que imponga el amor a himnos y banderas, que multe por escribir en una lengua, que señale los días (y horas) de fiesta, que ordene cómo fecundar a las mujeres o que asigne reglas a la copulación comercial. La masa es una, se sabe sola, y teme despeñarse sin el yugo del Estado. Cuando llegue el momento, se despeñarán juntos. Nos despeñaremos.

Colonias "racionales"


Noticia publicada en El Periódico de Catalunya.


El hombre que va camino de convertirse en el ateo más activo de nuestro tiempo –sin duda el que más hace para convencer a la gente de que la religión es hechicería– acaba de poner una nueva piedra en el edificio de sus iniciativas polémicas: un campamento ateo de verano para niños. Cosas de Richard Dawkins. El célebre biólogo británico, autor de libros superventas con sugestivos títulos como El espejismo de Dios, se ha dado cuenta de repente de que abundan los campamentos de grupos religiosos, y que no hay uno solo para niños escépticos, con ganas de ser escépticos o con padres deseosos de que lo sean. Y quiere hacer algo.
«Se trata de animar a los niños a pensar por sí mismos, a ser escépticos y racionales», señaló Dawkins, quien salta de nuevo a la palestra tras provocar un intenso debate con su original, luego popular y más tarde internacional idea de hacer publicidad atea en los autobuses. Sí, fue él. Y de tener el mismo éxito con su campamento (de inspirar, como ocurrió con los autobuses, a los ateos de medio mundo) muy pronto también habrá vacaciones ateas en varios países europeos, tal vez en EEUU. Y con toda seguridad aquí.

lunes, 12 de octubre de 2009

Los que pasan del catalán


Jesús Royo Arpón en La Voz Libre




La teoría que atribuye la vigencia del catalán a su utilidad como discriminador social, es decir, como “criterio para formar la cola de la participación en los bienes sociales”, quizá no lo explica todo. Pero tiene la gracia de que da una explicación razonable a fenómenos sociales bastante curiosos.

Por ejemplo, la temperatura catalanista sube en los lugares centrales de la escala social, allá donde se establece el contacto –y el conflicto– entre los naturales y los inmigrados. En cambio, hacia los extremos de la escala, el 'hecho catalán' se mira más bien con indiferencia.

La más alta burguesía no necesita destacarse con la lengua. No compite con los castellanohablantes inmigrados. Se relaciona con naturalidad y frecuencia con las clases altas de las otras capitales de España. Su lengua, desde hace cien años o más, es el castellano (pero no el castellano chava del Makinavaja, ¿eh?). Yo diría que ese grupo ha ido perdiendo terreno en Cataluña, en parte porque el conflicto linguosocial se ha generalizado, y en parte porque las grandes fortunas han dejado de ser inamovibles.

Igualmente, en las capas más bajas, el lumpen –muy numeroso– es castellanohablante casi al cien por cien, y no manifiesta ninguna atracción por el catalán. No por nada, sino por economía de esfuerzos: tienen la cabeza totalmente ocupada con la obsesión de sobrevivir, de resolver el día de hoy. La inapetencia respecto al catalán se incrementa con el grado de marginación del individuo. ¡Y también con la edad! A la gente mayor de la inmigración, el pleito lingüístico no le da ni frío ni calor.

Eso significa que el 'problema de la lengua' es vivido por los castellanohablantes pobres con una intensidad proporcional a su esperanza de promoción personal. Los que no alimentan ninguna esperanza, bien por ser marginados, o bien por ser viejos, pasan.

domingo, 11 de octubre de 2009

El trabajo no llega.


La opinión de un lector de El Periódico de Catalunya.

Hace poco, el Ayuntamiento de L'Hospitalet anunció que, en cumplimiento de las consignas del presidente Zapatero, en esta ciudad se crearían 1.700 puestos de trabajo para obras municipales. Vecinos del barrio del Gornal nos estamos manifestando a diario, desde la semana pasada, ante la puerta del ayuntamiento pidiendo trabajo con pancartas, pitos y megafonía. Ningún político del PSC ha querido reunirse con nosotros.
La situación de mucha gente del Gornal es desesperada. Hay muchas familias en las que todos sus miembros están en paro. Solo pedimos acceder a alguno de esos 1.700 empleos para dar de comer a nuestros hijos. Si no, será cierto que este plan es simple propaganda.


Juan Álvarez.
L´Hospitalet de Llobregat.

Fracaso

Ángel de la Fuente en El Periódico de Catalunya




La Generalitat ha hecho públicos hace unos días los desalentadores resultados de una prueba de competencias básicas para alumnos de sexto de primaria. Uno de cada cuatro niños catalanes termina el primer ciclo educativo sin haber adquirido las competencias básicas de lengua y matemáticas que le permitirían afrontar la educación secundaria con un mínimo de garantías de éxito. Las tasas de fracaso, además, son significativamente más elevadas entre los colectivos más desfavorecidos. El ascensor social que debería ser la escuela simplemente no funciona.
Esto confirma uno de los resultados clave de la investigación reciente en la economía de la educación: que tanto las causas como los remedios del fracaso escolar han de buscarse en los primeros años de vida. El aprendizaje es un proceso acumulativo que comienza muy pronto, en el que cada cosa tiene su tiempo y los inputs familiares son cruciales. Los niños que no adquieren en su momento las herramientas básicas para seguir aprendiendo van acumulando déficits de competencias que difícilmente tienen remedio más adelante.
La implicaciones son claras: tenemos que cogerlos a tiempo. Si queremos tener alguna posibilidad de compensar los efectos de las desigualdades socioeconómicas de origen, una escolarización muy temprana y de calidad es imprescindible. También lo son la detección precoz de los problemas de aprendizaje y su corrección mediante los adecuados programas de refuerzo en la educación infantil y primaria.
Después ya es demasiado tarde en la mayoría de los casos. De hecho, algunas de las medidas que se adoptan en secundaria para salvaguardar la igualdad de oportunidades no solo no funcionan sino que terminan empeorando las cosas. La principal es el itinerario único. Mantener juntos en una única aula hasta los 16 años a estudiantes con niveles de preparación y motivación y planes inmediatos muy distintos no ayuda demasiado a los más atrasados y suele traducirse en un menor nivel de exigencia. Seguramente no hace falta separar a los alumnos por centros, pero convendría al menos separarlos por aulas durante parte de la jornada.

2 cosas que se pueden hacer en L´Hospitalet con 101.500 euros.


1.- Dedicarlos a ayudar a los ciudadanos que están sufriendo la crisis.
2.- Gastarlos en una fiesta llamada "Premios ciudad de L´Hospitalet", y cuya principal función son que la Alcaldesa salga en la foto. Prueba de ello, es el Jurado que componen, entre otros, el director de La Vanguardia, José Antich; el periodista y crítico televisivo Ferran Monegal y el director de El Periódico de Catalunya, Rafael Nadal. Personas que garantizan la publicación de fotos, fotos caras que pagamos entre todos.

viernes, 9 de octubre de 2009

El Ayuntamiento de L´Hospitalet de Llobregat, un Ayuntamiento sin sensibilidad.


El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha reconocido el derecho de una mujer a una vivienda de protección oficial. El alto tribunal ha estimado el recurso de la mujer, que obtuvo por sorteo un piso en la avenida del Carrilet, pero lo perdió cuando el Ayuntamiento de L´Hospitalet descubrió que solo podía acreditar unos ingresos familiares de 12.007 euros, cuando el mínimo requerido era de 12.400.
La sensibilidad de un Ayuntamiento que te deja en la calle por 393 euros.

Galileo y los preservativos.




Roma suele asumir sus errores como hizo con Galileo, aunque ha tardado 350 años en hacerlo. La pregunta es: ¿cuánto tardará el Vaticano en admitir que devaluar los preservativos contra el sida en África es un error inmenso?

jueves, 8 de octubre de 2009

Joge Lorenzo y el complejo de los españoles con lo nacional.


http://esports.e-noticies.cat/jorge-lorenzo-demana-mes-patriotismo-espanyol-29832.html

Si te gusta la corrupción...¡Vota PSC!



El ex alcalde de Collbató, Francisco Javier Raventós, finalmente ha aceptado una pena de cinco años de cárcel y ocho de inhabilitación por haber malversado un total de 76.426 euros durante su etapa al frente del Ayuntamiento (entre 2001 y 2003), cuando abusó de su cargo para obtener fondos públicos.

miércoles, 7 de octubre de 2009

2 tipos de morro.

1. El morro frito, una tapa muy preciada.



2. El morro que te lo pisas. Sindicatos y Gobierno echando la culpa a los demás por la crisis.

Feudalismo nacionalista


José Mª Carrascal en ABC


UNA de las mayores falacias que circula por España es que los derechos ciudadanos están mejor salvaguardados por un poder próximo que por un poder lejano; por las autoridades autonómicas que por las estatales. ¡Que se lo pregunten a vascos, catalanes y gallegos no nacionalistas! Los lazos de sangre, lengua y tradición son más fuertes que los constitucionales, que se ven socavados y violentados allí donde los nacionalistas ocupan el poder. Se trata de un regreso a la sociedad premoderna, en la que, al amparo de unos «derechos históricos», una casta se cree con derecho a detentar el poder para siempre. Cuando el Estado moderno no reconoce otro privilegio que el que emana de las urnas. Es el que garantiza la igualdad e imparcialidad constitucional: cada ciudadano, un voto, agrupándose luego como mejor les parezca. Sin que haya votos que valgan más que los demás.

Incluso en los Estados premodernos, predemocráticos, las villas que no podían serlo «por sí solas», preferían mil veces ser «villas reales», esto es, de la Corona, que villas de un señor, siempre más rapaz e injusto que el monarca, cuya autoridad se reclamaba para poner coto a las tropelías de ese poder inmediato. La Edad Moderna no es, a la postre, otra cosa que una larga lucha de los «burgueses», los habitantes de los burgos o ciudades, para sacudirse el señorío feudal, y pasar a la soberanía real, que la revolución convertiría en soberanía nacional, aunque a menudo los líderes revolucionarios se pasaran, creyendo saber lo que necesitaba el pueblo mejor que el pueblo mismo. Pero eso no niega la mayor: los derechos ciudadanos están mejor salvaguardados por una autoridad imparcial y distante, que por una inmediata, llena de compromisos. Aún hoy, la reacción primaria del español ante una injusticia inmediata es quejarse al Rey.

He necesitado este largo rodeo para explicar la aparición de un nuevo tipo de feudalismo en España que, presentándose como víctima despojada de unos fueros vetustos, exige sean restaurados como norma básica, por encima incluso de la Constitución. Cuando el Estado constitucional, moderno, democrático, ha venido precisamente a acabar con los viejos fueros no a reinstaurarlos. Pero óiganles hablar y véanles actuar como dueños del país y sus habitantes, y me lo confirmarán. En Galicia y País Vasco, el veredicto de las urnas los ha puesto en su sitio. Sin embargo, siguen reclamando, gimiendo, amenazando, sus actitudes favoritas. Antimodernos por naturaleza y antidemocráticos de oficio, su divisa no puede ser más mezquina: «Lo mío es sólo mío, y lo tuyo vamos a repartírnoslo». Pues tampoco renuncian al Estado para pedir. La oposición es el lugar que les corresponde. Allí, al menos, tendrán una razón válida de qué quejarse: la mayoría ciudadana no está con ellos.

martes, 6 de octubre de 2009

Una sueca en el Parlamento catalán


Xavier Pericay en ABC

La señora Inger Enkvist estuvo hace ya algunos meses en el Parlamento de Cataluña, invitada por la Comisión de Educación. De cuantas personas comparecieron ante los miembros de dicha Comisión, ella fue sin duda la única que arrojó una luz externa, no contaminada, sobre el proyecto de ley de educación que sus señorías tenían entonces entre manos. Y es que Enkvist, como su nombre indica, no es de aquí. Nació en Suecia, en el reino de la socialdemocracia. Lo que no significa, claro, que sea socialdemócrata; basta escuchar lo que dice o leer lo que escribe para convencerse de ello. Pero, aun sin ser socialdemócrata, o precisamente por este motivo, Enkvist conoce a la perfección los resultados que las políticas educativas de los distintos gobiernos socialdemócratas han producido en su país. Y ese conocimiento, por lo demás, lo ha completado con el estudio de otros sistemas de enseñanza, entre los que se encuentra el español.

De ahí que, a propuesta del Grupo Parlamentario de Convergencia i Unió, fuera invitada a dar su opinión sobre el texto que la Cámara catalana está a punto de elevar a rango de ley. (Ya saben, el mismo que convierte «de iure» -puesto que en la práctica ya es así- la lengua catalana en la lengua única de la escuela.) Y dio su opinión, en efecto. En un castellano excelente -eso sí, la presidenta de la Comisión tuvo que pedir a los presentes que las preguntas, a ser posible, no se las hicieran en catalán-, Enkvist dijo a los diputados lo que la inmensa mayoría, sin duda, no deseaba oír. Para empezar, les dijo que el proyecto de ley que habían elaborado nada tenía que ver con los verdaderos problemas de la educación; que tenía que ver con otra cosa, pero no con lo que se supone que debería incluir una propuesta de esta naturaleza. Y que le sorprendía, en este sentido, encontrar en el texto una serie de medidas que no harían sino ejercer una coerción en los adultos en vez de aumentar la calidad del aprendizaje de los alumnos.

Pero les dijo más, mucho más. Por ejemplo, que no toda la inmigración es un problema, sólo la que se resiste a integrarse por razones culturales o religiosas. O que la inmersión lingüística puede terminar afectando a la calidad de los conocimientos. O que la pieza más importante del engranaje educativo, aquella que hay que mimar por encima de todo y a la que hay que destinar cuantos recursos sean necesarios, es el maestro o profesor. Y que, para ello, el mantenimiento del orden y el respeto a la autoridad -esas dos fórmulas tan malqueridas por nuestra «izquierda pajín»- son unos requisitos insoslayables. Y, con respecto a unas intervenciones que acababa de oír, insistió en que carece de sentido presentar la relación entre la escuela pública y la privada en términos de rivalidad; que se trata de un debate estéril, que una y otra son complementarias y que en su país, mira por dónde, la privada vino a suplir las deficiencias de la pública. Y aún añadió que le extrañaba que, en lo que llevaban de sesión, nadie hubiera aludido todavía a los resultados de los informes PISA, en los que España -y Cataluña en particular- ocupa un lugar tan bochornoso.

Con todo, lo más significativo de las palabras de Inger Enkvist sobre el proyecto de ley de educación catalana acaso fue la constancia con que sus consideraciones descansaban, una y otra vez, en la tozudez de los hechos. No era sólo que esas consideraciones estuvieran cargadas de razón, de pertinencia, de sensatez: es que además llevaban siempre consigo la carga de la prueba. Hasta tal punto la llevaban, que, mientras ella hablaba, los señores diputados -y cuando digo los señores también me estoy refiriendo, claro, a las señoras- ponían cara de asombro, cuando no de profunda aversión. Alguien les estaba cantando las cuarenta y no parecía que lo tuvieran previsto. Figúrense si estaban desarmados que alguno convirtió incluso el turno de preguntas en una exposición de motivos cercana al memorial de agravios. Poco importó que la supuesta causante de los agravios fuera también la persona invitada.
Y eso que lo que esta persona intentaba explicar a sus señorías era una pura obviedad. Para llegar a entenderlo y a compartirlo, bastaba con ser algo permeable, con no cerrarse en banda. Juzguen, si no. Según Enkvist, todo nuevo método educativo debería gozar, a priori, del beneficio de la duda. Por descontado, no vale cualquier cosa. En lo que se propone, han de poder entreverse algunos visos de realidad. Pero, a poco que lo propuesto parezca factible, jamás debería descartarse a priori. Ahora bien, de la misma manera, cuando un método ha pasado ya la prueba de la realidad y no ha funcionado, es inútil empeñarse en mantenerlo. Más vale desecharlo y buscar uno nuevo. Tan absurdo resulta plegarse a ciertos prejuicios para no acometer determinadas reformas como obstinarse en conservar una práctica fracasada e inconveniente por el simple motivo de que está inspirada en valores presuntamente incontrovertibles.

De la primera de esas absurdidades, la propia Enkvist ofreció un ejemplo en su intervención. Respondiendo a una sugerencia de la propia Comisión, dedicó la mayor parte de su tiempo a hablar de la llamada educación diferenciada, la que opta por separar a niños y niñas en aulas o centros distintos. Tras advertir que en Suecia ese tipo de educación no existía, aportó varias estadísticas relativas a diferentes escuelas del Reino Unido -en las que se observaba la primacía, en lo referente a resultados, de las escuelas que la practicaban- y de Estados Unidos, donde la experiencia en barrios marginales había dado asimismo buenos frutos. Y, a continuación, no pudo por menos que mostrar su perplejidad ante un texto como el del proyecto de ley que no incluía ningún instrumento que permitiera alcanzar un nivel de calidad y prohibía en cambio, de forma expresa, un método, el de la educación diferenciada, de cuyos resultados pedagógicos nadie podía objetivamente dudar.

En cuanto a la segunda de las absurdidades, la experta sueca ni siquiera necesitó recurrir al texto que había sido sometido a su consideración. Con apelar a su experiencia tuvo suficiente. Y es que no existe seguramente ejemplo más revelador que el de la evolución de la enseñanza en Suecia. En una sociedad con una larga tradición pedagógica y un nivel de conocimientos de los más altos del mundo, en los años setenta del siglo pasado empezaron a desarrollarse políticas educativas basadas primordialmente en la igualdad. Como consecuencia de ello, el nivel de los estudios fue bajando poco a poco, al tiempo que iba aumentando la conflictividad. Aun así, los gobiernos socialdemócratas siguieron en sus trece, negándose a introducir cambio alguno en el sistema educativo, como si la realidad, decididamente, no fuera con ellos. Tuvo que acceder al poder, hace tres años, un gobierno de centro derecha para que pudiera plantearse en Suecia una reforma en profundidad del modelo.
Aun así, lo normal es que en el Parlamento catalán acabe prevaleciendo el absurdo. Es decir, que a Inger Enkvist y a sus razones no les hagan el menor caso. De lo contrario, ni Cataluña sería Cataluña, ni España, ¡ay!, sería ya España.

lunes, 5 de octubre de 2009

Cuando Celestino Corbacho echaba a periodistas.

El ministro de trabajo, Celestino Corbacho, es responsable de que estemos a punto de tener 4 millones de parados en España. Es responsable, pero sería simplista decir que es el culpable. De lo que si es culpable es de presionar para que despidan a periodistas. Os pongo la información que elaboró El Sindicat de Periodistes de Catalunya, el 1 de marzo del 2000.




El corresponsal de El Periódico de Catalunya en la comarca del Baix Llobregat, Xavier Adell, ha sido readmitido en su lugar de trabajo después que la dirección del rotativo le cesase en sus funciones debido a las presiones del alcalde de L'Hospitalet, Celestino Corbacho, a raiz de unos reportajes sobre la actualidad electoral del 13-J. Los hechos sucedieron al final del mes de mayo, en los primeros días de la campaña electoral de los pasados comicios municipales.

Adell recibió el apoyo del conjunto de los periodistas que cubren la información al Baix Llobregat y de la asamblea de redacción del diario. Los corresponsales denunciaron en un comunicado público firmado por más de 50 profesionales de la comarca "las actitudes demostradas reiteradamente por políticos y altos cargos de determinados ayuntamientos que presionan sistemáticamente las empresas de comunicación ante cualquier información que no coincida con su opinión". Los periodistas del Baix Llobregat afirmaban también que la medida "es un ataque directo a la libertad de expresión y coarta nuestra práctica laboral cotidiana, por cuanto el hecho de reflejar cualquier realidad que no guste a determinados equipos de gobierno puede costarnos nuestro puesto de trabajo".
La asamblea del diario, los corresponsales en la comarca del Baix Llobregat y el SPC rechazaron el despido

La redacción de El Periódico criticó la actuación de la dirección del rotativo y consideró "fuera de lugar la intervención del alcalde de L'Hospitalet" y de "injusta y desproporcionada" la decisión de la empresa. El SPC también emitió una nota de apoyo al compañero Adell en la cual se rechazaban las actitudes caciquistas contra los informadores. Para el Sindicato, "el trasfondo continúa siendo la desprotección laboral de los corresponsales y los colaboradores, que constituye una verdadera espada de Damocles sobre su estabilidad y sobre su libertad para informar".

Toda la batalla en favor de este periodista, que desarrolla su tarea en El Periódico desde hace cuatro años, ha servido para forzar a El Periódico a hacer marcha atrás y a reconocer en la práctica la relación laboral de los corresponsales. Si no fuera así, ¿cómo se puede sancionar con una falta grave -así califica la empresa la actuación de su corresponsal- a una persona que no está en plantilla?

Pido un ERE para el Gobierno


Antonio Burgos en ABC

Hay dos cifras de nuestra economía que todos los españoles nos sabemos de memoria: el número de parados y lo que ha costado el fichaje de Cristiano Ronaldo. Sería muy de desear que nos supiéramos de memoria también otra cifra más reveladora aún: el número de expedientes de regulación de empleo que ha habido en España y los cientos de miles de trabajadores que han puesto de patitas en la calle.
Tengo entendido que las autorizaciones de los EREs eran antes exigentísimas. Conozco más de un negocio que antes de que llegara la crisis se fue al garete porque habiendo pedido la regulación de empleo para poder sacar adelante la empresa, le fue denegada, y por no dejar sin pan a diez trabajadores quedó en la ruina toda la plantilla y completamente tiesos los accionistas. Ahora, por el contrario, para los EREs deben de dar aprobado general, por curso. Pienso así a la vista de cómo proliferan, y cómo van cayendo las torres más altas de las marcas más consolidadas, de las empresas hasta ahora más solventes.
Pero hay una parte de España a la que, ay, no le llega el ERE de ninguna de las maneras. Y cuando alguien osa presentar un expediente para que así ocurra, es inmediatamente rechazado. Me refiero a la clase política. Lo más sangrante de la situación social en España es que entre los cinco millones de parados no hay un solo político, un solo concejal, un solo diputado, un solo parlamentario autonómico, un solo subsecretario, un solo director general, un solo director de área (o de hectárea). La industria, la agricultura, el comercio, se adaptan con sangre a las nuevas realidades de la economía, pero la superestructura política permanece como si continuáramos amarrando los perros no con longaniza, sino con caña de lomo de Guijuelo o de Cumbres Mayores. ¿Cuántos asesores de la Moncloa ha sido regulados de empleo en vista del topicazo que repiten en las tertulias, esa imbecilidad de «con la que está cayendo»? Ninguno. Al revés: cada vez hay más asesores. ¿Cuántos cargos de confianza han sido suprimidos en las autonomías o en los ministerios? No hay noticia. ¿Y cuántas empresas públicas han sido lisa y llanamente cerradas, porque son en su mayoría una absurda y carísima duplicidad del organigrama de la Administración? Ninguna. No hay noticia de que la Empresa Pública de las Paparruchas haya sido cerrada o que haya sido suprimida la Empresa Pública de Chorradas Varias, que muchas por el estilo, o más inservibles todavía, hay en el gobierno central y en los autonómicos.
El canto de la gallina lo ha dado el partido gobernante en el Congreso. En un súbito ataque de sentido común, Izquierda Republicana de Cataluña presentó en el Congreso de los Diputados una moción para suprimir los ministerios de Cultura, Vivienda e Igualdad. Ya saben ustedes qué le dijeron: «Rafaé, ¿quiés café?». Hubiera sido el máximo ejemplo de coherencia entre la predicación de las soluciones contra la crisis y el reparto de trigo para su remedio. Hubiera sido una maravilla. ¿Ustedes se imaginan que Bibiana Aído se hubiera ido a su pueblo, deshaciendo la peligrosa igualdad entre lo útil y lo inútil que ahora consagra su ministerio? ¿Se imaginan que la casi inédita Beatriz Corredor hubiera corrido hacia la supresión de un ministerio tan superfluo como el suyo Vivienda? Corto me parece que se quedaron los de ERC, porque habría que seguir insistiendo en la inutilidad de un Ministerio para una Sanidad transferida en toda España a las autonomías. Y de las tres vicepresidencias del Gobierno, ni te cuento. Estando Teresa Fernández de la Vega, ¿para qué sirven los otros dos vicepresidentes?
Por una vez y sin que sirva de precedente somos muchos los españoles que pensamos

Y de repente, la realidad.


Escuchamos que hay crisis, hablamos de la crisis, es indudable que España vive una gran crisis. Pero no te das cuenta de su significado hasta que te la encuentras de cara.
Cerca de mi casa, en la Parroquia de Nuestra Señora de la Luz, reparten cada semana comida y ropa. Hasta ahora iban los más necesitados, personas que por su apariencia física entiendes que deben acudir a una parroquia por mera supervivencia. Ayer viví un golpe de realidad, una gran cola de ciudadanos esperando ayuda, y una cola de necesitados sorprendente. Es cierto que había inmigrantes, pero eran minoría. La mayoría de las personas que hacían cola eran personas normales, personas como tú y como yo, bien vestidas, limpias. El vecino de abajo que te saluda cada día y mientras tú vas al trabajo, él debe acudir a la beneficiencia para seguir adelante.

domingo, 4 de octubre de 2009