jueves, 31 de diciembre de 2009

miércoles, 30 de diciembre de 2009

martes, 29 de diciembre de 2009

La manía de la nación


José Domingo en El Mundo.

Siempre existe una excusa para la pomposidad, para la teatralidad al servicio de la propaganda. Durante estos últimos días ha sido la del 650 aniversario de la denominada Diputación del General, antecedente histórico de la actual Generalitat. Aprovechando la ocasión, el Presidente Montilla ha proclamado que “de esta continuidad histórica, de esta voluntad de autogobierno, de esta cultura y lengua milenarias, es de donde surgen los argumentos para decir que somos una nación. Una nación no es una manía”.



Puede que la nación no sea una manía, pero si es propio de maniáticos insistir en el sonsonete nacionalista para condicionar la actividad política y pretender hipotecar la viabilidad de la propia Nación española. Tanto es así que para ellos el grado de afección o desafección de los catalanes hacía España pendería del mantenimiento de la palabra nación en el preámbulo del Estatuto.



Tan grandilocuente y fatuo es este discurso que él sólo se desacredita. Es cierto que el Parlamento de Cataluña hizo esta declaración y que, recurrente y obsesivamente, se bautiza a muchas instituciones y pactos de ámbito catalán con el adjetivo nacional. Igualmente, las normas aprobadas en el Parlament suelen ser calificadas como “de país” utilizando el término no en su acepción geográfica, sino política. Paralelamente y en sentido contrario, instituciones dependientes del Gobierno español, modifican su nomenclatura para reafirmar su carácter estatal y olvidar lo nacional como, por ejemplo, el Instituto Nacional de Meteorología que ha pasado a denominarse Agencia Estatal.



La continuidad histórica a la que apelaba Montilla desapareció hace algunos siglos del entramado institucional. La cita está justificada en el caso de las monarquías hereditarias, pero la legitimación del actual Presidente de la Generalitat se asienta exclusivamente en la soberanía nacional del pueblo español que aprobó la Constitución, no en el derecho natural, que era el que regía allá por el siglo XIV. No estamos, desde luego, ante un tema menor. Por primera vez en la historia de España en una norma del bloque constitucional se declara a Cataluña como nación y eso tiene, necesariamente, su trascendencia. No se llegó a tanto en el Estatuto catalán de la II República que calificaba a Cataluña como “región autónoma dentro del Estado español”. Para los independentistas la permanencia del concepto nación, en cuanto parada para llegar al Estado, es fundamental, pero no se comprende, sin embargo, tanta emotividad y prosopopeya en dirigentes que se autocalifican como federalistas o autonomistas.



Pero si hablamos de continuidad histórica, tendremos que referirnos necesariamente al territorio que conforma Cataluña. El Estatuto de 1979, al igual que el de la II República, configura la Cataluña actual mediante la agrupación de las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona. Su base territorial es regional y responde a la suma de las cuatro provincias creadas en la organización administrativa aprobada en 1822 durante el trienio liberal y que sería respetada en la división provincial elaborada por Javier de Burgos en 1833. A través del tiempo, esta división se ha consolidado.



Sin embargo, el estatuto de 2006 ignora, deliberada y cicateramente, la referencia provincial en la delimitación del territorio catalán para preparar el campo a la veguería como instrumento de organización básica de Cataluña. La provincia siempre ha incomodado a los nacionalistas y el hecho diferencial se remarca haciéndola desaparecer del léxico político catalán. El proceso es rupturista puesto que Cataluña contará con su específica división administrativa al margen de la del Estado español.



La pretensión de algunos partidos políticos de aprobar la Ley de Ordenación Territorial de Cataluña para implantar las veguerías es disparatada. No sólo porque el modelo previsto en el Estatuto de Autonomía está pendiente de la sentencia del Tribunal Constitucional sino porque no existe consenso social ni necesidad política de hacerlo. Existen conflictos sobre el número de veguerías, sus límites, sus capitalidades e incluso su nombre y todo ello en un contexto de gran rivalidad que casi doscientos años de escenario provincial habían logrado pacificar. Además, todo ese proceso conllevará el desmantelamiento de las cuatro diputaciones provinciales para crear, al menos, siete consejos de veguerías, en un escenario de grave crisis económica en el que la austeridad en el gasto público debiera ser la primera prioridad.



De todas maneras, la falta de consenso entre los propios miembros del Gobierno sobre este tema no debe utilizarse para paralizar la Ley del Área Metropolitana de Barcelona. Una vez más, se lleva camino de anteponer el cálculo partidista, el reparto del peso territorial a la necesidad de gestionar coordinadamente los servicios e infraestructuras de millones de catalanes. Sería deseable que el Gobierno priorizase y antepusiera la mejora de la gestión a los delirios nacionalistas.

La democracia escoltada


Francisco Sosa Wagner en El Mundo


LA LEGISLATURA avanza entre trompicones y sobresaltos, enredada en asuntos diversos. Animados por la mejor intención, hay quienes despliegan una habilidad caliente para inventar problemas que llevan a cocinar desaguisados mayúsculos. A la vista de lo que ha ocurrido a día de hoy, no está mal la cosecha de año y medio de desvelos parlamentarios. Sin embargo, hay algo de lo que apenas se habla y, si se hace, es siempre en voz baja o en un imperceptible balbuceo.

Me refiero a ese objeto dormido, solitario, que vaga como un gorrioncillo perdido por los pasillos del edificio constitucional y que llamamos «reforma de la ley electoral». Han pasado muchos años desde que se diseñó el sistema actualmente vigente, por lo que el buen criterio impone revisarlo y ponerlo a punto agradeciéndole educadamente sus virtuosos servicios. Porque es un hecho que, tras las elecciones de 2008, fue tan clamoroso el dislate resultante del reparto de escaños (hubo dos partidos que, con el mismo número de votos, obtuvieron seis y un escaño respectivamente) que el propio Gobierno encargó al Consejo de Estado la elaboración de un dictamen que permitiera afrontar este problema de manera sólida y, al mismo tiempo, respetuosa del orden constitucional. Hace ya largo tiempo que este dictamen ha sido evacuado con la solvencia esperable, como hace ya largo tiempo que se encuentra constituida una Subcomisión parlamentaria a la que se encargó abordar este asunto.

Las noticias más benevolentes dicen que la tal Subcomisión duerme un sueño envuelto en espesura de silencios. Según me cuentan, a veces, una voz velada la requiere y, entonces, animosa, abre un ojo, se despereza, se yergue incluso, hasta que de nuevo alguna pócima, administrada por un malandrín o follón, la sepulta en su abismo. Y allí, a ese arcano, se lleva sus secretos, especialmente el que podría despertar a nuestra democracia.

Pues sépase que es la nuestra una democracia dormida y, como luego se verá, escoltada. Una democracia que, acunada por la nana de la derecha y la izquierda, parece haber encontrado postura en una siesta profunda, en una de aquellas siestas antiguas, de oración, pijama y orinal. Siesta peligrosa porque no es intervalo, la pausa imprescindible para tomar fuerzas, sino que tiene todas las trazas de convertirse en un descanso prolongado y pegajoso como légamo oscuro.

Buscar una fórmula para despabilar a la durmiente Subcomisión debería ser tarea urgente de los demócratas. Porque la democracia es un sistema delicado, frágil, que como tal exige cuidados y desvelos, la vigilia de sus seres queridos y cercanos. Para que no desfallezca, para que conserve su lozanía y no se agriete, ni quede a la intemperie, menos en las garras de sus enemigos. Porque no existe sistema alternativo que nos garantice una vida pacífica y de entendimiento mutuo, la democracia ha de estar provista de antenas sensibles que sepan captar aquello que en la sociedad -cuyos destinos rige- bulle y se mueve. La democracia, como ser vivo, ha de absorber los nutrientes que le permitan regenerar sin desmayo su cuerpo, abrillantarlo, tensar sus alas y, al tiempo, conjurar sus zozobras y acallar los gritos de muerte helada de sus demonios. La democracia necesita la mano audaz de la energía, la flauta de la imaginación, el bullicio en sus intimidades de la sangre hirviente de la virtud cívica.

Una democracia rígida, que no admite variaciones en su seno, se acaba convirtiendo en una democracia orgánica, yerta en sus eternidades y en la inalterabilidad de sus principios gloriosos e inamovibles. O en una de esas democracias tramposas que han instaurado donde han podido los comunistas, esos grandes secuestradores precisamente de la democracia y de las libertades a lo largo de todo el siglo XX.

La democracia no puede ser una estatua a contemplar, la piedra cincelada de una vez por todas por la mano del artista. Por el contrario, la democracia ha de saber alargar su cuello para ver las extensiones en las que cuaja el porvenir; ha de llevar en sus entretelas el gusto por la renovación de la vida en libertad. Debemos dejarnos acompañar por ella como la sombra que refleja el ansia implacable de justicia.

Si todo esto es así, es evidente que una democracia no puede caminar escoltada por dos gendarmes que, además, siempre son los mismos. Porque esto lleva a que el espectador se canse, se hastíe y le vuelva la espalda. La democracia es a veces comedia, a veces drama, siempre un poco de teatro. Y es tal condición la que obliga a renovar los decorados, el vestuario y los artistas. Para evitar el vacío de la sala mayormente.

Este peligro del vacío, es decir, de la abstención, se ha hecho visible en España en muchas ocasiones, a veces memorables, la más clamorosa de las cuales fue el referéndum del Estatuto de Cataluña, una necesidad angustiosa de un pueblo que él mismo ignoraba padecer. Y las sucesivas consultas electorales muestran en estos últimos años cómo el votante se retrae, se aleja de la urna al sentirse ajeno al sistema, desentendido de su suerte. Otra cosa es que en la valoración de los resultados se olviden esos miles y miles de votos en blanco que expresan la conciencia negra de la democracia, o no se cuente a quienes se quedaron en casa oyendo a Mozart o se fueron a tomar unas gambas a esa playa donde las brisas nos desvelan su magnífico enigma de fragancias.

En la República Federal Alemana se ha podido detectar este mismo fenómeno en las últimas elecciones legislativas celebradas el pasado mes de septiembre. Se han publicado allí varios libros que contienen una especie de juicio crítico al sistema democrático hecho por los médicos del cuerpo social. Uno de ellos hizo bastante ruido: su autor es un periodista vinculado a Der Spiegel llamado Gabor Steingart que ha llamado a la democracia alemana «la democracia robada» (Die gestohlene Demokratie, Piper, 2009). Este hombre propició una campaña bastante activa en favor del abstencionismo electoral que -como digo- desató una nada desdeñable polémica con participación de muchos ciudadanos en el debate (en parte estas voces se hallan recogidas en el mismo libro).

Hay en él un análisis demoledor de las formaciones políticas que se disputan los escaños en aquel país, como lo hay respecto del sistema electoral al que descalifica por propiciar la partitocracia, es decir, el predominio de unos partidos que no saben contraer su acción y su presencia a los ámbitos que la Constitución les acota, sino que se desparraman por todos los intersticios de la vida social, sofocándola y contaminándola con sus enredos y sectarismos.

LEYENDO SU ALEGATO, fundado y con buena asistencia de argumentos históricos extraídos de la experiencia de Weimar, yo pensaba en qué diría este hombre si conociera la realidad electoral española, donde es imposible en decenas de circunscripciones que salga elegido un diputado que no pertenezca a los partidos que escoltan nuestra democracia. Pues en Alemania, aun con la ley electoral criticada, se pasó del dúo de demócratas cristianos y socialdemócratas al terceto (con los liberales), después al cuarteto (los verdes) y hoy al quinteto, al incorporarse «la izquierda» (Die Linke), «el partido más joven que tiene en su seno el mayor número de jubilados», como divertidamente anota Steingart.

Nada de esto es posible en los pagos hispanos, cercenada de raíz como está toda posibilidad de enriquecimiento de nuestro hemiciclo por causa de una ley perversa que tiene el desparpajo de prescindir de la voz de millones de ciudadanos, es decir, de tirar literalmente su voto a la basura cuando éste no se ha dirigido en la dirección correcta. Instaurar una auténtica pluralidad de opciones, dando a cada papeleta de voto el valor que merece el ser humano que la selecciona, es ya una tarea urgente si se quiere librar a nuestra democracia de la asfixiante protección de sus escoltas.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Trocos


Ignacio Ruíz Quintano en ABC.


Una mujer es siempre un pretexto, pero un troco es siempre una mujer.
España es hoy un país de trocos dirigido por un gobierno de trocos, con Maritere de troco mayor.
Mientras el columnismo zen se ocupa en arreglar el mundo haciendo un tetris de lugares comunes, alguien ha de reparar en el fenómeno troco.
Pero ¿qué es un troco?
Un caballero que iba a los toros en Bilbao dio con un grupo de antitaurinos en el que descubrió a la esposa de un gran amigo suyo que pasó de gritar ¡asesinos!, ¡asesinos! e !hijos de p...!, !hijos de p...!, que son los gritos animalistas más comunes, a soltarle al amigo una maldición que viene a ser como una Némesis del Sepu:
¡Ojalá te aburras!
Bueno, pues eso es un troco, la cual, por cierto, continuó, tan terne, con su lucha.
Mi hijo no quiere que uno escriba de trocos porque está convencido, como la mayoría de los de su generación, que en el papel impreso las palabras más frescas se resecan y mueren, y ellos tienen en la palabra troco una revelación del lenguaje que les sirve de contraseña y que les sabe a moneda nueva. De madrugada, a las puertas de los garitos del trasnoche madrileño, en las caras de esa moneda se confunden, para ellos, Adán y Eva.
En el rostro equívoco de Rimbaud dice Ruano se confundían Adán y Eva. Él era adámico y évico. La geografía hizo de serpiente, y su propio corazón, de manzana.
Estos chicos que danzan en torno de los trocos no saben quien fue Rimbaud (aquel desertor de Java que, después de vivir en la selva solo, desnudo, como un mono, riéndose a carcajadas y haciendo operaciones aritméticas que le divertían más que la literatura, apareció en Egipto), pero intuyen lo que es ser uno mismo el ángel que se seduce a sí mismo y que ha de caer en el pecado de gesto femenil con la ingenuidad del hombre.
¡Ojalá te aburras! los maldicen los trocos.
El troco llena las calles, las playas... y las plazas de toros. No es que el troco no sea guapa (palabra rotunda, sin traducción posible; palabra tremenda, que llena toda la boca); es que es muy fea, de una fealdad pueril, como diría el gran catador de trocos: sin cultura, sin serenidad, sin tragicismo. En las plazas de toros, ahora que se están quedando con ellas, los trocos olean a Morante, que les parece un humo dormido, una gracia como esmerilada en una intuición de tristeza. ¿Por qué hemos permitido que el troco se adueñara de nuestra vida pública?
Dejar de insultar al microbio y estudiar a la enfermedad, aconsejaba la vieja psiquiatría.
Y eso es lo que uno ha hecho en lo que Morante pegaba sus pingüis a la bilbaína, llegando a la conclusión de que lo que más les gusta a los trocos de Morante es El Lili, cosa en la que no van a fijarse los revisteros, porque los revisteros están con el cuento de que Joselito Pepito, no el Gallo es el nuevo Victorino Martín. ¡Aste Nagusia!

lunes, 21 de diciembre de 2009

Cierta estrategia para no salir contaminado


Albert Boadella en su blog.


Vivir en un territorio que se halla bajo los efectos de una epidemia mental es algo que requiere cierta estrategia para no salir contaminado, o lo que es aún peor, no acabar en la paranoia precisamente por contagio de paranoicos. Tampoco puedes llegar a obsesionarte pensando que el virus afecta a la totalidad de la población y que cuando alguien te mira por la calle es para increparte por tu falta de adhesión al delirio regional. Sin embargo, esta forma de supervivencia en territorio comanche requiere cosas imprescindibles que no se pueden descuidar. La primera y esencial es relacionarse solo con ciudadanos inmunes. Es una obviedad claro, pero la estrategia no resulta tan sencilla porque externamente los enfermos pueden aparentar a menudo ser gente sensata, razonable e incluso educada (esto último cada día más difícil en Cataluña) y cuando menos lo esperas y empiezas a tomarles afecto te lanzan un “Si pero en Madrid es aun peor…” Naturalmente, el síntoma te obliga a salir zingando y seguir convencido de que el aislamiento es la única posibilidad de evitar contagios y sucumbir a la paranoia en sentido contrario. Lo demás es pura rutina de abstención a la lista de siempre.
TV3
Catalunya Radio
El RAC
El Avui
La Vanguardia
Las ediciones regionales de los periódicos nacionales
El digital e-noticies
Y finalmente, algunas secreciones comarcales como el Punt Diari, Regiò 7 y El Nou 9
Así de fácil. Siguiendo tales pautas se puede vivir con la misma tranquilidad y soledad aséptica que lo haría cualquier ciudadano en Alaska con la diferencia de un clima bastante más soportable.
Evidentemente, eso siempre que a la masa de enfermos no les de por buscar las razones de su incontestable superioridad en el Rh y en el control de los árboles genealógicos.
Entonces, además de Segovia, siempre nos quedará París
Hasta el lunes… si Dios quiere

domingo, 20 de diciembre de 2009

El Follonero, Montilla, Patxi y la respuesta que conocemos todos los catalanes...

Este video corresponde al programa de La Sexta "Salvados". En el minuto 7:20, el Follonero hace una pregunta a José Montilla y Patxi López.



"Tú gobiernas con ERC y tú gracias al PP, ¿Estáis en el mismo partido, vosotros?, ¿Los dos sois del Partido Socialista?...Ellos responden, escurriendo el bulto, con el patetismo habitual del político en un programa de humor. La verdadera respuesta la conocemos todos los catalanes: "Los dos pertenecemos al partido TPLPYALE (Todo Por La Pasta Y Abajo Los Escrúpulos)

viernes, 18 de diciembre de 2009

Reflexiones de un naturalista confuso


Félix de Azúa en El Periódico de Catalunya


Confieso que soy un devoto de los programas meteorológicos. Lo primero que hago cuando llego a una ciudad es buscar el canal local para catar el programa del Tiempo. Los hay suntuosos y los hay miserables. Estos últimos indican un talante fatuo y un seso de corcho. Algunos programas del Tiempo añaden apostillas sobre rocío escarchero, nieves rosadas y crías de oso panda. Son emisiones (como manda la cadena) de Yo-amo-la-Naturaleza. Bien es verdad que la Naturaleza es una señora que se murió en el siglo XVIII y cualquiera que haya cursado estudios sabe que ese concepto es un placebo para no quedarnos solos en el cosmos. La Madre Naturaleza suplanta a la Virgen María.

En estos programas, sin embargo, se insiste una y otra vez en el tópico de que los humanos estamos destruyendo la Naturaleza, como si se tratara de dos órdenes distintos, de un lado los humanos y de otro la naturaleza. Así, por ejemplo, se dice que los humanos estamos calentando el planeta o malogrando seriamente el ecosistema. Bueno, es cierto que el clima cambia (siempre ha cambiado), que el entorno es cada vez más asqueroso (sobre todo donde yo vivo), es cierto que de repente en un río catalán aparece un cangrejo belga que se come a las vacas (también se murieron los dinosaurios), todo esto es cierto, y más todavía: los glaciares se escoñan, los ríos se pudren, el mar es una cloaca y el ayuntamiento de Barcelona ha colgado unos adornos de Navidad que parecen traídos de Somalia por esos vascos tan agradecidos. Es cierto. Pero estas catástrofes las causa la Naturaleza, si es que entiendo yo lo que denota ese nombre, y no el humano, que no pasa de ser otro invento de la evolución, como las monas. Y si las abejitas hacen panales, pues nosotros hacemos campos de fútbol y centrales nucleares. Tan "natural" es lo uno como lo otro, a menos de que Dios creara el cosmos y luego, en otro pronto, al humano entero, según sostiene Roma desde hace unos siglos.

Si la Naturaleza se está suicidando (lo que es muy posible) que no nos culpen a nosotros, pobres de nosotros.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Doctor, ¿verdad que no nos haremos daño mutuamente?


La opinión de Ángel Sánchez Ponce


Según el barómetro del CIS del mes de Septiembre, la corrupción en España preocupa solamente al 1,4% de los españoles. ¡La corrupción no preocupa! ¡uhmmm! una de dos, o el pillaje tiene buena prensa entre nuestros paisanos y, en caso de poder, todos haríamos lo mismo, o bien, damos por perdida la batalla contra esa expansiva epidemia.

Y si no preocupa a la ciudadanía ¿por qué habría de preocupar a sus representantes políticos? a los hechos me remito, en 2007, según información de El Mundo, la mesa del Parlament recibió un informe de la Sindicatura de Cuentas, donde se detallaban las malas prácticas urbanísticas que se daban en Santa Coloma de Gramanet y ningún grupo político requirió la comparecencia del síndico para explicar la situación: ahora sabemos que no se trató el tema en sede parlamentaria porque el orden del día era muy extenso, del mismo modo, el Parlament tenía conocimiento de las actividades irregulares de Millet, desde bastante antes de que se descubriera el pastel del Palau, sin embargo, no se tomaron medidas al respecto, hemos de suponer que el orden del día seguía siendo inabarcable.

No es de extrañar, pues, que en referencia al caso ‘Pretoria’ el diario Público nos ofrezca este titular: “Montilla y Mas ponen sordina a la corrupción. Ambos eluden los reproches para que la operación no aumente el desapego por los políticos”. Entiendo yo que lo sensato sería pensar lo contrario, es decir, que el escaqueo descarado, ese silbar mirando para otro lado, por parte de ambos dirigentes, empeora la percepción que tiene el ciudadano por sus representantes y fomenta el desapego hacia ellos.

Sucede que lo que han protagonizado gobierno y principal partido de la oposición en el Parlament es obedecer al patriarca Pujol, que poco antes había afirmado en la televisión pública catalana: ‘no conviene tirar de la manta porque todos saldremos perdiendo’; así, dicho con naturalidad, pontificando, saboreando la certeza de que nadie de entre la clase política catalana alzará la voz contra tamaña desvergüenza.

Así las cosas, han tenido que ser instituciones de fuera de Cataluña, ¡qué ultraje!, como la Audiencia Nacional, la Fiscalía y la Inspección de Hacienda, las que han tirado de la manta debido a que aquí, o han faltado redaños o todos tienen algo que ocultar. Y esto es lo que hay, nada que no se parezca a lo que ocurre en otros lugares, sólo que aquí, lo hacen unos tipos envueltos en la bandera de Wifredo. Nos chulean, nos trajinan, nos hacen pagar la cama y, cuando se les descubre, solo aciertan a insinuar lo que el paciente aquél a su dentista. En vista de ese exiguo 1,4 %, tal vez, nos lo merecemos.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Los terribles contrastes


HERMANN TERTSCH

HA sido probablemente lo más reconfortante de esta semana. Angela Merkel ha hablado ante el pleno del Congreso norteamericano, Casa de Representantes y Senado unidos. Ha sido un discurso como el que muchos soñamos escuchar de nuestros propios representantes y líderes. Muy pocos han sido los dirigentes extranjeros que han recibido semejante deferencia en Washington. Se ha dicho que Konrad Adenauer, el padre de la República Federal Alemana, hace la friolera de 56 años, recibió el mismo honor. No es exacto. Adenauer habló ante ambas cámaras, el único canciller alemán hasta ahora en hacerlo, pero no en sesión conjunta. Angela Merkel ha adquirido así un puesto muy especial en la jerarquía de relaciones con la administración norteamericana. Ante actos realmente históricos como éste producen hilaridad cuando no vergüenza los patéticos esfuerzos de algunos de presentar su foto semigótica con Barack Obama como un encuentro planetario. Y el efímero encuentro en el Despacho Oval como el principio de una larga y profunda amistad. Pero eso sucede cuando quien habla no sabe nada de casi nada y mucho menos de historia, de simbolismos, de la profundidad que confiere a las relaciones políticas y humanas una comunión de valores. Cuando no se sabe más que de insidias barriobajeras de trepadores e intrigantes de partido semileninista. Si hay algo que ofende quizás más que la incompetencia y el desprecio a la inteligencia ajena es la ignorancia paleta de la que hacen gala algunos dirigentes de este Partido Socialista nuestro, sobre todo los que más hablan. Ignaros arrogantes con trajes y vestidos nuevos que jamás habrían podido comprarse con un salario merecido en el mercado libre. Ustedes ya saben quiénes son.
El discurso de Merkel no tiene desperdicio por su altura de miras, su calidad humana y su sabiduría política. Por supuesto que muy probablemente no sea todo el texto obra suya. Pero suya es la responsabilidad de haber escogido a la gente adecuada para que el discurso que aprobó y pronunció ante el Congreso en el Capitolio haya sido de lo mejor que se ha podido oír en mucho tiempo sobre los retos y los anhelos de la libertad. Sobre la dignidad de la persona y sobre la grandeza de la política, sobre el sacrificio y sobre la gratitud inexcusable a quienes lo hacen, sobre la fuerza de las ideas y el peligro de su debilidad para todos los valores que los hombres libres han de defender. Decenas de veces fue interrumpida por los aplausos y al final de su discurso toda la sala se puso en pie para brindar a la canciller varios minutos de ovación continua y entusiasta. Merkel habló de su infancia y juventud en una dictadura comunista que aquí aún muchos defienden. Y de sus sueños desde entonces del gran país de las oportunidades infinitas que otorgan el esfuerzo, el talento y la libertad. Habló de la grandeza de la democracia que da vía libre al individuo. Y por tanto de la miseria de los experimentos sociales que desde el Estado reprimen al ser humano en aras de promesas de felicidades futuras imposibles y siempre a la postre sangrientas. Merkel dio una lección de historia de una mujer que, súbdita de una dictadura miserable, ha logrado dirigir a la mayor potencia europea. Y lo hizo dando las gracias a Estados Unidos, que tantos hijos ha sacrificado por la libertad de tierras lejanas a las que sólo los unían sus antepasados. Grandeza había en sus palabras. Vergüenza daba recordar la charlatanería buenista y provinciana de nuestro Gran Timonel en su breve paso por Washington.

lunes, 23 de noviembre de 2009

domingo, 22 de noviembre de 2009

Doñana: chapapote sin Nunca Mais


Antonio Burgos en ABC


ME encantan estos ecologistas. Estos ecologistas a los que me refiero no son los amorosa y desinteresadamente preocupados por el medio ambiente, sino los pegatineros y piqueteros del «Nunca mais». Hablan o callan según sea la conveniencia política de quienes les dan las instrucciones y la consigna del día para utilizar el agujero de ozono contra la derecha y contra el Papa si se tercia.
¿Cuántos desastres medioambientales mayores que el del chapapote en la Costa de la Muerte ha habido posteriormente en España, pero como ya habían echado al PP de La Moncloa, que era de lo que se trataba, estos ecologistas han estado más callados que la gente viendo la más que tomista, escolástica mano izquierda de El Cid la otra tarde en las Colombinas de Huelva? Vámonos por Huelva, que dicen los que van a cantar un fandango. El fandango que quiero cantar, aunque desentone de la corrección política impuesta por la dictadura del pensamiento único, es que me gustaría preguntar a uno de estos ecologistas de mierda cómo se le llama al «chapapote» en el término municipal de Almonte o, al otro lado de la desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda y en la Punta de Malandar. Porque, señores, ni Costa de la Muerte ni leches. En la Costa de la Muerte había cuatro criaderos de percebes y cuatro piedras locas, preciosas, eso sí. Pero en el término municipal de Almonte, en sus privilegiados 40 kilómetros de playa, está el antiguo Coto de Doñana, hoy Parque Nacional. Que nuestro dinero nos cuesta por cierto. Y en aquel entorno, maravilla de la Naturaleza, patrimonio de la Humanidad y sigan ustedes poniendo elogios, se ha producido un vertido de crudo, si no tan intenso como el de la Costa de la Muerte, que pintó de Rey Baltasar al litoral gallego, sí al menos extenso, a lo largo de 14 kilómetros de esa costa virgen y privilegiada, donde sólo pueden poner el pie los coquineros... y los presidentes del Gobierno que se van a Doñana a mangar veraneo gratis total.
En el puerto exterior de Huelva se rompió una tubería de petróleo, se produjo un vertido de crudo en toda regla, las corrientes arrastraron lo que antes se llamaba «marea negra» hacia Poniente, hacia Mazagón y Matalascañas, y las que eran conocidas de antiguo como Playas de Castilla se han llenado de galletas de fuel. Galletas conocidísimas. Gracias a los ecologistas profesionales de carné y pancarta, sabemos en España de las galletas de fuel más que de las galletas Fontaneda. Pero a efectos de los profesionales del ecologismo, hay galletas de fuel y galletas de fuel. Como la cerveza con alcohol y la cerveza sin alcohol, o como la leche entera o la desnatada, para los ecologistas de guardia y de consigna hay galletas de fuel del PP y galletas de fuel del PSOE. Como el colesterol bueno y el colesterol malo, las dañinas son las galletas de fuel del PP, que son las llegan a las playas cuando ese partido está en el poder: ejemplo, la Costa de la Muerte y el «Nunca Mais». Pero las galletas de fuel del PSOE son completamente inocuas. Es más, hasta cierto punto son convenientes, porque siempre pueden ser aprovechadas para dar a las playas un escamondado a fondo mientras se quitan.
Las que han llegado a Doñana, a las playas vírgenes del Parque Nacional, a aquella maravilla paradisíaca, son, en efecto, galletas de fuel del PSOE. Del PSOE que está en el poder en Madrid, en la Junta de Andalucía, en la Diputación de Huelva y hasta en el Ayuntamiento de Almonte. Así que de «Nunca mais», nada, chicos, toca callar. ¿Se imaginan la que tendrían liada a estas horas los gachós del «Nunca mais» si el chapapote hubiera llegado a Doñana con el PP en el poder? (Mentís final: ZP no es gafe. A Doñana ha llegado el chapapote con ZP mangando veraneo gratis total en La Mareta).

sábado, 21 de noviembre de 2009

No hago política: digo la verdad.

"No hago política: digo la verdad", esto es lo que gritó el cantante Manolo García, en su última actuación barcelonesa. En este país, mentiroso es sinónimo de político. Ese es un gran déficit, cada mentira de un político es un paso más hacia la abstención.
Manolo García que mienta lo que quiera, lo importante es que siga cantando temas como "Insurrección", el clásico de EL último de la fila.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Hablad en castellano a vuestros hijos


Jesús Royo en La Voz Libre.




Cuando se proclamó la República, en el año 31, un familiar mío iba a escuela. Entonces pusieron una clase de catalán. Su padre, catalán de pura cepa, protestó: no quería que le enseñasen el catalán. Decía: “la República, que mande en la República; en mi hijo mando yo”. El catalán, según él, ya lo hablaba en casa, ya lo sabía de sobra. En la escuela, decía, debía aprenderse el castellano, la lengua útil.

Parte del drama de los hijos de los inmigrantes es que, con la escuela franquista, teníamos muy pocas posibilidades de aprender el catalán. Y, sólo con el castellano, las posibilidades de acceder a todas partes eran muy limitadas.

Los que durante el franquismo reclamábamos el catalán en la escuela, creíamos que era un derecho también –y sobre todo– de los inmigrantes: para romper el gueto lingüístico en que se encontraban confinados.

Ahora, las cosas puede que sean al revés. Si toda la escuela es en catalán, los niños catalanohablantes están teniendo con el castellano un contacto esporádico y tangencial. Ya empiezan a salir promociones de chicos con un castellano que da grima. Esos muchachos llenarán despachos y oficinas, y se empezará a notar su deficiente preparación en lengua castellana. Quizá dentro de poco veremos que el mercado laboral prefiere a los chicos castellanohablantes: con un buen catalán, pero con un castellano castizo, vivaz y auténtico. No me extrañaría que pronto pidiesen más castellano en la escuela precisamente los padres de los niños catalanohablantes. Eso sí sería una ironía.

En las parejas mixtas –como la mía– se plantea en qué lengua hablar a los hijos. Yo, en el año 80, escogí el catalán, en parte por solidaridad con la lengua perseguida, y también porque la escuela era aún castellana. Hoy quizá escogería el castellano como lengua familiar: el catalán ya lo aprenden en la escuela.

jueves, 19 de noviembre de 2009

País de la gente a la orilla de la corriente y los grandes Señores.


Se acaba de editar "El Atlas de los nombres verdaderos", un divertimento en el los lugares se llaman con su nombre original. Por ejemplo a Catalunya se le denomina "País de la gente a la orilla de la corriente y los grandes Señores".

Haz click aquí: http://www.kalimedia.com/Atlas_Nombres_Verdaderos.html

martes, 17 de noviembre de 2009

Enemigo débil


“Sólo los necios y engreídos pueden creer que un enemigo débil no puede dañarnos. Es tanto como creer que una chispa no puede causar un incendio”


SHAKESPEARE

lunes, 16 de noviembre de 2009

L´Hospitalet de Llobregat, la ciudad del soterramiento.


Hace unas semanas se presentó el estudio de soterramiento de la Linea de Vilanova i la Geltrú (C2) a su paso por L´Hospitalet. Un proyecto largamente reivindicado ya que actualmente las vías dividen y fracturan la ciudad.
Es raro que se haya tardado tanto en soterrar las vías del tren. Una ciudad que lleva 30 años soterrando, escondiendo una mala gestión. 30 años tapando tics caciquiles y dictatoriales. En L´Hospitalet hay que soterrar las vías y hay que desentaponar ese compacto engrudo que deja fluir los aires de libertad y ciudadanía.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Los intelectuales se pudren


Álvaro Delgado Gal en ABC


En 1892 despareció de las sierras del noroeste la cabra montés; el lince ibérico está en un ay, y el quebrantahuesos dibuja círculos cada vez más erráticos alrededor de tal cual eminencia pirenaica y otros tantos, no muchos, peñascales del sureste peninsular. ¿Hemos concluido la relación de especies extintas o en trance de extinción? No. Queda el intelectual, una subespecie adscrita al taxón homo sapiens. Los intelectuales languidecen por lo mismo que vino a menos la cabra del noroeste o amenazan con tomar las de Villadiego el lince y el quebrantahuesos. Sencillamente, los intelectuales se han quedado sin entorno: los nichos en que acostumbraban a desenvolver su existencia se han visto expuestos, durante los últimos tres o cuatro decenios, a un erosión insistente, progresiva, y probablemente irreversible.
Hago esta constatación como parte interesada, porque yo mismo soy, y lo declaro sin jactancia alguna, es más, lo admito con cierta violencia íntima, un intelectual, quiero decir, alguien que se gana la vida traficando con ideas. Es difícil que una idea sea buena, y punto menos que imposible, que sea original. Puesto que carezco de títulos para considerarme distinto de la mayoría, concedo de barato que las ideas con que trafico son malas antes que buenas, y que rara vez, o quizá nunca, son mías de verdad. Pero esto da igual. El caso es que, en tanto que soldado de tropa, de la tropa menguante, desastrada, dejada de la mano de Dios, de los intelectuales, me he preguntado, me pregunto con solicitud creciente, por qué se nos ha puesto el viento tan de cara, o empleando una expresión que una vez le oí a Vargas Llosa en un lugar cuya mención no viene a cuento, cuándo demonios se jodió el Perú.
Es cierto que los intelectuales no han dejado de equivocarse desde hace tres cuartos de siglo. Causa cierta consternación leer una requisitoria como Past Imperfect, de Tony Judt. Entre 1944 y 1956 la clase intelectual francesa, con excepciones contadas -Raymond Aron, y poco más-, desplegó una incomprensión absoluta de la democracia parlamentaria y la libertad económica, y, en paralelo, una indecorosa simpatía hacia Stalin. Las rectificaciones fueron tardías, torpes, e insuficientes. Era entendible, es más, era justo, que el error repetido pasara factura. Pero esto no me basta. Aquí estamos hablando de ecología, no de moral. El intríngulis no está en que el intelectual haya incurrido en la desaprobación del respetable. El caso es más humillante. Lo que ocurre, es que se ha hecho invisible para el resto de la sociedad. ¿Cómo explicarse el desvanecimiento, el eclipse absoluto?
Situémonos en España, que conocemos mejor que Francia o Italia. A lo largo de los cincuenta, de los sesenta, incluso durante la primera mitad de los setenta, los intelectuales solían ser de izquierdas. No necesariamente, por supuesto. Pero lo más frecuente es que estuvieran situados a babor, en alianza explícita o implícita con el Partido Comunista. Esto era por entero natural. El franquismo, tan eficaz, a partir de los últimos cincuenta, en el manejo de la intendencia, tan instalado, no sólo en el poder, sino en la propia sociedad española, ofrecía una diana clarísima a la crítica ideológica. El sistema de formas y conceptos que proponía el Régimen a los españoles era anacrónico, atrabiliario, y en muchos sentidos grotesco. Ello facilitó un empleo, habilitó un lugar bajo el sol, al intelectual. Por el lado sociológico, que no estrictamente ideológico, se verificó un fenómeno aún más importante. La izquierda, obligada por la Dictadura a renunciar a la política en su acepción ordinaria, se refugió en la cultura y la universidad. En tanto que la derecha se socializaba en la empresa, o en las profesiones donde confluyen la administración pública y la administración de las cosas en general -el Derecho, las grandes oposiciones a las carreras del Estado, etc...-, la izquierda se socializó en la colonización de las ideas. Las dos, tanto la izquierda como la derecha, ofrecían a sus oficiantes un cursus honorum, un peculiar camino de perfección. La diferencia estaba en la estaciones que ese camino recorría. La derecha fatigó el que ya se ha dicho. La izquierda eligió la pana y la virtud airada y consiguió no sentirse inútil a despecho de su ubicación marginal.
¿Hemos terminado? No. Mucho antes de que Zola se subiera a la tribuna para enunciar su «Yo acuso», Marx, un inteligente desclasado, había sabido abrir un hueco a los intelectuales entre el macizo de la burguesía y el macizo del proletariado. En 1844 (Introducción a la crítica de la filosofía hegeliana del derecho) escribió: «Así como la filosofía averigua sus armas materiales en el proletariado, el proletariado encuentra sus armas intelectuales en la filosofía... La filosofía es la cabeza, el proletariado, el corazón».
A lo largo del tiempo, los intelectuales habían desempeñado funciones varias: la de apologistas al servicio de la Iglesia, la de humanistas o poetas en la corte del príncipe, la de bohemios y malditos en las grandes metrópolis europeas del XIX. El marxismo les propone un papel mucho más prometedor: el de parteros de la Historia, que halla en ellos un vehículo y, a la vez, un heraldo, un oráculo. En términos sicológicos, el retorno de esta atribución, o más valdría decir, autoatribución, fue inmenso. Los intelectuales se hallaban lejos de los despachos, de los coches oficiales, de los restaurantes de cinco tenedores. Pero, ¡caramba!, la razón y el futuro estaban de su lado. Y el enemigo era localizable, andaba distraído apretando botones en el puente de mando, y presentaba flancos débiles.
Conviene señalar en passant que el engreimiento de los intelectuales, un fenómeno en parte reivindicativo, en parte compensatorio, tuvo su lado bueno. Muchas personas honradas, voluntariosas, con hambre de balón, volcaron su energía en la edición, la literatura, el arte y la enseñanza. La melancolía innegable que ahora aflige a la cultura se debe en alguna medida al hecho de que la vida pública se ha abierto y los que habrían ido para intelectuales hace cuarenta años, se dedican a echar buen pelo en los negocios y la política. Pero esto es secundario. El cataclismo, el desastre, es de calibre mucho mayor: ostenta el carácter mayúsculo que los marxistas infieren a la hache cuando escriben «Historia».
A pesar del sesgo futurista de la filosofía marxiana, el intelectual conjeturado por Marx en 1844 trascendía a Antiguo Régimen. Se trataba de una figura en la que se fundían, como en un cuño, el pastor de pueblos y el levita bíblico. Sorprendentemente, la democracia ha derivado, sí, en un experimento radical, aunque no según lo soñaron los viejos revolucionarios, sino en línea mucho más afín a las teorías del mercado: sobresale más el que contenta a más consumidores. En este mundo, regido por las leyes de la oferta y la demanda, florecen cantantes, estrellas de la televisión, y políticos con glamour escénico. El intelectual, con su pesada prosopopeya, con sus barbas de patriarca, se ha convertido en un trasto y un pelma. Así, señores, hemos acabado los del gremio. Llegada la democracia a plenitud, desatadas las libertades, el intelectual ha descubierto que su color no es el rojo auroral que pronosticaban los libros proféticos sino el sepia de los celuloides rancios. Como el Palinuro insepulto de Virgilio, el intelectual es un espectro que atiende en el inframundo a que den tierra a su cuerpo y le dejen reposar en paz.

sábado, 14 de noviembre de 2009

jueves, 12 de noviembre de 2009

Nacionalistas al fin y al cabo.


Alicia Sánchez-Camacho ha asegurado que está dispuesta a apoyar a CIU tras las próximas elecciones catalanas si la federación se "modera".
Hay nacionalistas violentos, acérrimos, de alta graduación...moderados. Hay muchos tipos de nacionalistas, y por mucho que maticemos no dejan de ser nacionalistas. Todos son nacionalistas al fin y al cabo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Niños ante La LEC.







El hombre es como el mono.



Hay un dicho, creo que es de Flandes, que dice que el hombre es como el mono, que sólo se le ve el culo cuando sube a lo alto.

Celestino Corbacho y la censura a los periodistas

No es la primera vez: http://miguel-delamo.blogspot.com/2009/03/cuando-celestino-corbacho-echaba.html


martes, 10 de noviembre de 2009

Diálogo social, feria de desenfoques


Enrique Calvet en Expansión.


Soy de los que consideran el diálogo social crucial para la instauración de la democracia española y unos de los elementos esenciales de las democracias avanzadas.

Tal vez con ello evoque subjetivamente el orgullo que tengo de haber participado activamente en los grandes acuerdos sociales de la Transición. Eran otros tiempos y otras las personas (¡pero que muy otras!).

En aquellas épocas recayó sobre los agentes sociales la tarea de ayudar a construir una nueva España. Eso ha marcado el espíritu del diálogo social en España, al darle una impronta y responsabilidad en política pura que ha degenerado y provocado, a mi juicio, muchos desenfoques distorsionantes. Me detendré en tres perjudiciales.

El desenfoque esencial es que el proceso de diálogo social se ha centrado finalmente en temas que le corresponden poco, soslayando los temas fundamentales que le competen. Ni los empresarios tienen por qué oponerse a una extensión de subsidios en época de gran sufrimiento social ni los sindicatos tienen por que oponerse a que se rebajen las cuotas a la Seguridad Social.

El diálogo debería tener como único objetivo que el mercado de trabajo optimice la creación de empleo y minimice su destrucción

Se trata de medidas de política general de la Nación cuyos ciudadanos bien pueden optar por aumentar, en este momento dramático, la solidaridad con los más desfavorecidos, y que bien pueden optar, o no, por que la financiación de la Seguridad Social se haga un poco más vía impuestos de todos y un poco menos vía impuesto a la contratación. Es una decisión de funcionamiento de sociedad, política, y si el Gobierno quiere sentir el pulso de toda la sociedad civil, ahí tiene al Comité Económico y Social (que no existía en la Transición).

Tareas urgentes
Pero no distraigamos a los agentes sociales de las tareas urgentes: movilidad, flexiguridad, sistemas de contratación, formación, políticas de empleo, reforma negociación colectiva, marco salarial... Eso es lo que debe, urgentísimamente, abordar el diálogo social.

Ese es el tiempo perdido. El diálogo entre los dos factores sociales de la producción debería tener un sólo objetivo: cómo hacer, para cualquier nivel de crecimiento económico (en gran parte impuesto por factores exteriores), que el mercado de trabajo optimice la creación de empleo y minimice la destrucción. Ni más, ni menos.

El segundo desenfoque viene de haber centrado uno de los temas pertinentes, los sistemas de contratación, en un eslógan, ni siquiera político, sino demagógico. Así, se estaría proponiendo el despido libre. Fantasma agitable sin necesidad de neuronas.

Para los que estamos en estos temas desde hace años, sabemos que el despido libre existe desde lustros (si no, de qué 4,5 millones de parados) y también sabemos que se está hablando de costes y de flexibilidad en procedimientos. También pensamos muchos que no se puede, en este momento, plantear recortar los derechos de los trabajadores en activo, pero que tampoco lo ha propuesto nadie.

El desenfoque ha consistido en transformar en bandera política dominante un tema complejo pero acordable, lo que ha impedido abordar otros aspectos del diálogo social, incluso de mayor relevancia para enfrentar la crisis. Sin duda, ha habido mucha torpeza en centrar el debate en ese aspecto en momento tan inadecuado socialmente. Con manipulación, se ha destruido el diálogo. Creo que es un tema a aparcar hasta el momento adecuado.

El tiempo perdido, en este caso, es de los políticos que no tuvieron la responsabilidad ni la categoría para hacer las reformas en épocas oportunas de bonanza.

Responsabilidad
El más triste y sintomático desenfoque viene del Gobierno. El diálogo social es un elemento clave y frágil que exige enorme responsabilidad. Considerarlo como un tótem por el prestigio ganado en la historia reciente de España para apropiárselo con fines politiqueros y sectarios, es lamentable.

Estar dispuesto a comprar voluntades con el dinero público para mejorar la imagen y la valoración en las encuestas es mucho peor. El diálogo social es demasiado precioso y necesario para convertirlo en instrumento de propaganda propia o de insulto. Ese desenfoque es catastrófico para los ciudadanos.

Algunos piensan que por estar, de nuevo, en una situación nacional de alarma, con una España que se desguaza, con la pérdida de la solidaridad nacional y creación de ciudadanos de primera, segunda y tercera, o, simplemente con la desaparición del mercado único, se justificaría que el diálogo social fuese, otra vez, el gran reconstructor político de nuestra democracia. Ello es darle, hoy en día, una responsabilidad excesiva a los agentes sociales y desestimar otras instituciones que ya hemos creado.

Si el proyecto y el sentido patriótico del Gobierno llegasen a un nivel razonable, indispensable para el actual momento histórico de España, hágase de una vez el indefectible pacto de Estado, con participación de todos. Úsese, incluso, para algunos temas (unidad de mercado), las instituciones omnicomprensivas como el Comité Económico y Social.

Pero si se quiere salir de la crisis antes y mejor desde el punto de vista del empleo, modestamente sugeriría al señor Corbacho que convocara inmediatamente a los agentes sociales a media docena de mesas para la reforma (formación, flexiguridad, movilidad, políticas activas, negociación colectiva, etc...) y obligara a los agentes sociales a negociar sobre lo que saben y deben. Y sin cenas, para que no haya indigestión.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Lo importante es la inauguración


El pasado 5 de mayo, El Periódico de Catalunya publicaba lo siguiente:

PRIMERO, MONTILLA

El Poblenou está en pie de guerra por el retraso de la apertura de la esperada biblioteca de Can Saladrigas. Aseguran que la inauguración estaba anunciada para el 26 de abril, pero el ayuntamiento la anuló al coincidir con un mitin de Montilla. El acto se ha trasladado al 10 de mayo y, mientras tanto, el centro seguirá cerrado.


Está claro que para Montilla no importan "ni els fets ni les paraules", importan las fotos.

Sobresaltos


"uno de los sobresaltos que comporta la revisión histórica del franquismo es descubrir que gran parte de lo que política y culturalmente se le oponía sólo tenía eso de bueno, su oposición, pero que en sí mismo no era ni mucho mejor ni siquiera demasiado distinto del propio franquismo."



Fernando Savater

domingo, 8 de noviembre de 2009

Gesto por la Paz


"En Euskal Herría no hay ideas perversas, sino medios perversos. A nadie se le debe pedir que renuncie a sus ideas; tan sólo, que las saque adelante recurriendo a los únicos medios realmente humanos, que son los medios de la discusión libre y el convencimiento. No pongamos, pues, más limitaciones a las ideas que aquellas que se derivan de la adhesión social que logran. Todas las ideas políticas son defendibles por medios pacíficos y democráticos. Esta afirmación significa, en primer lugar, que no existe legitimidad alguna para el recurso y la violencia. pero también se debe hacer posible que cualquier idea pueda ser planteada y desarrollada dentro del contexto democrático"



(Gesto por la Paz, discurso de aceptación del Premio "Príncipe de Asturias" de la Concordia, Oviedo, 27 de noviembre de 1993)

sábado, 7 de noviembre de 2009

Año Cerdà


El pasado mes de junio, empezó el llamdo año Cerdà, que homenajeará al ingeniero y urbanista, ildefons Cerdà.
Como explica Arturo san agustín en El Periódico de Catalunya: "Este pionero del urbanismo moderno, este hombre preocupado por la higiene en un tiempo de grandes mortandades, este político que entendía la política como una ciencia práctica ("lo que no es práctico no es política para él") nació en 1815 en un mas de Sant Martí de Centelles, pero sus enemigos lograron hacer creer a muchos que había nacido en Madrid. Además, muchos de sus libros y escritos eran adquiridos por manos negras que le pegaban fuego".
Sin duda el Año Cerdà, será el año de un ciudadano.

jueves, 5 de noviembre de 2009

¡Claro que sí!


Fernando Savater en El País.


José Bergamín deploraba la decadencia del analfabetismo; otros, con menos ingenio pero con mayor sinceridad, lamentamos el presente eclipse del sentido común. En el caso de Bergamín, la paradoja era provocativamente deliberada; en el nuestro, la constatamos como un doloroso síntoma que confirma nuestras peores previsiones.
Cuando insistimos en la redundante candidez del caballo blanco de Santiago -ustedes me disculparán el símil hípico- no falta nunca la ofendida denuncia, casi incrédula ante tanta desfachatez: "¡De modo que para usted el caballo blanco de Santiago es nada menos que blanco!". Y a uno le toca sonrojarse por ser tan arcaico, tan poco pluralista o alternativo y tan cerrado al diálogo.

Tenemos un claro ejemplo en el discurso de Urkullu en el pasado Alderdi Eguna. El presidente del Euskadi Buru Batzar denunció con (supongo) sincera indignación que el PSE y el PP quieren convertir a Euskadi en una comunidad más de España. Pretenden debilitarla y diluirla hasta, horresco referens, armonizarla con el Estado.

Para ello, no retroceden ante ninguna bajeza: no prescinden de la ikurriña, ah no, sería demasiado brutal, pero le ponen al lado la bandera española; no suprimen el euskera, son muy arteros, pero sostienen en plano de igualdad los derechos de quienes quieren expresarse en castellano; a la Ertzaintza la enredan en quitar carteles pro-etarras, con lo que quema eso y a Euskaltelebista la privan de su mapa telúrico-metereológico tradicional y la limitan al plano de la comunidad autónoma. No cabe duda, van a por nosotros...

O sea, podríamos resumir, no gobiernan como los nacionalistas sino como quienes no lo son. ¡El caballo blanco de Santiago se atreve a ser ufanamente blanco, como si tuviera buenas razones y legitimidad para ello! ¡Habráse visto! Hombre, a uno le parece que no hay nada de malo en que la CAV sea una comunidad más en España: como las otras, sin menoscabo de sus derechos legítimos ni trato de favor. También sin esa excepción que supone el terrorismo y la extorsión mafiosa para mantenerlo, el amedrentamiento de los adversarios políticos, la unanimidad forzosa que impide la expresión pública de voces y símbolos de comunidad con el resto de España o la exhibición hagiográfica de quienes se han distinguido por atentar contra conciudadanos.

No estaría mal poder ser institucionalmente como el resto del país del que formamos parte puesto que de hecho fundamentalmente lo somos: y vivir en armonía con el Estado democrático que es el nuestro (y al que recurrimos con razón en muchas ocasiones, como por ejemplo cuando reclamamosprotección militar para nuestros atuneros amenazados por la piratería) tampoco parece un gran atropello. Perdonen tanta simpleza, pero así lo veo yo.

Cuando oigo discursos como el de Urkullu y otros de parecido corte nacionalista, me parece escuchar a quienes desde hace un par de siglos se escandalizan porque el Estado trate de imponer los mismos derechos individuales para todos los ciudadanos: "¡O sea que ahora tenemos que ser todos iguales! ¡Pero yo soy conde, o marqués, o hijo de un distinguido mariscal! ¿Me van a tratar como a uno más?". Y los ricos: "De modo que debo pagar impuestos como cualquiera para costear servicios públicos que no utilizo y así financiar a vagos y maleantes que no ahorran...".

El elocuente reaccionario Joseph de Maistre rechazaba los derechos del hombre diciendo que él no conocía a ningún "hombre", sólo a franceses, españoles o ingleses. Hablar del "hombre" en general suponía para él acabar con la rica diversidad cultural e histórica del mundo.

Aún hoy hay quien sigue hablando de los derechos humanos "individuales y colectivos", como si precisamente los derechos humanos no se hubieran inventado para combatir los supuestos derechos históricos -es decir, los privilegios- de colectivos como la nobleza, el clero, los gremios, los varones, o los miembros de tal etnia o tal religión.

Lo malo es que la mentalidad diferencialista ha calado ya en la sociedad más allá de la ideología del nacionalismo declarado. No hay más que ver cómo todos los partidos vascos, con excepción de UPyD, suscriben con entusiasmo los privilegios fiscales de la CAV y su blindaje contra asechanzas del exterior: ¡cualquiera se atreve a decir otra cosa! Somos las ventajas que tenemos y las excepciones que nos favorecen, que nadie nos las toque. Y para qué hablar de los abogados que le han salido a ese fantasma que a cada cual se le aparece según el licor del que abusa: la "identidad". "¡Que me roban mi identidad!", protestan unos y otros, con el mismo trémolo angustiado con que Unamuno clamaba "¡que me roban mi yo!". Y la identidad oficial es algo que siempre definen a su conveniencia los especialistas en la materia. Lo curioso es que por el momento la exaltación identitaria sólo ampara a colectivos autodesignados (quienes no se avienen a ello son traidores a los suyos) pero no a los particulares.

De momento, nadie puede invocar a su favor que su idiosincrasia exige ser violador, recibir cohechos o pavonearse con relojes de miles de euros, tal como el escorpión se excusaba ante la rana a la que acababa de inocular su veneno diciendo que tal era su carácter... Pero todo llegará, si somos coherentes con el derecho irrestricto a la diferencia.

En España no estamos en eso todavía, claro. Y tampoco es que vaya a romperse el país, como constatan muy ufanos los de siempre. De momento a los nacionalistas de iure o de facto les interesa más la gestión indefinida del independentismo que la independencia misma. Políticamente, es más segura y más provechosa: se ejerce por aquí y por allá la astuta rentabilidad de la desafección. Hay bastantes que han aprendido a cobrar por hacernos el favor de seguir siendo españoles, lo mismo que esos alumnos franceses que van a cobrar por hacer el favor de asistir a clase. Tan interiorizada tenemos esta situación al parecer irrevocable que los chispazos de unidad son celebrados como triunfos memorables: por ejemplo, los medios de comunicación se deshicieron en elogios cuando la ministra de Sanidad y todos los consejeros autonómicos del ramo salieron juntos a proclamar medidas comunes contra la gripe A. Vaya, no faltaba más que contra una epidemia el país hubiera funcionado según 17 criterios distintos...

Que los nacionalistas tengan sus propias ideas me parece normal. Pero que haya un contagio general que impide a los demás afirmar lo que pensamos so pena de diversos sambenitos retrógrados ya suena peor. El caballo blanco de Santiago sigue siendo blanco, pese al refunfuñar de los coloristas. ¿Qué deseamos, que el País Vasco, Cataluña, Galicia, Navarra o la que ustedes prefieran sean comunidades autónomas ni más ni menos que como las demás, armonizadas con el Estado del que forman parte, sometidas al mismo régimen tributario y por tanto institucionalmente solidarias con el conjunto del país, donde el pleno derecho a utilizar la lengua común oficial conviva con el uso voluntario de las lenguas regionales? ¡Pues claro que sí!

Proteger al que enseña


Gabriel Albiac en ABC

EN el que es para mí su más acabado relato, pone Jorge Luis Borges a su Paracelso en presencia del joven Grisebach, que aspira a ser aceptado como su discípulo. Reticente, el viejo sabio deja que exponga sus motivos. Grisebach habla con respeto e inteligencia. Paracelso mantiene su distancia, sin embargo. Tal vez le inquieta el ímpetu excesivo de este que quiere ser aprendiz suyo: pero un aprendiz no habla; y, menos aún, pregunta; y, en ningún caso, exige nada a su maestro. El joven tiende una bolsa de oro. Y formula su propósito: «Es fama que puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déjame ser testigo de ese prodigio. Eso te pido, y te daré después mi vida entera». Paracelso lo mira, desolado. El lector percibe un vidrio infranqueable entre ambos. Grisebach busca romperlo: toma de la mesa la rosa que trajo consigo, la arroja al fuego, al poco no es más que ceniza. El maestro le devuelve su dinero y lo despide. La puerta se cierra. «Paracelso», escribe Borges, «se quedó solo. Antes de apagar la lámpara y de sentarse en el fatigado sillón, volcó el tenue puñado de ceniza en la mano cóncava y dijo una palabra en voz baja. La rosa resurgió».
Enseñanza autoritaria es pleonasmo. Habla el maestro. Sus palabras se perderían en lo inútil, si discípulo y maestro estuvieran en igual plano. Aprender es posible sólo cuando alguien -el que sabe- ocupa un lugar simbólico cuya preeminencia el otro -el que aprende- respeta, aun antes de que una palabra sea dicha. Sin esa cesión, no hay saber ni maestría que puedan ser transmitidos. Son las reglas de un juego en el cual cada sociedad se juega su ser. Sin la autoridad del que sabe ante el que aprende, ningún patrimonio anímico es transmisible. Durante siglos, la garantía de lo sagrado fue respaldo de tal continuidad de saberes, esto es, de autoridades. San Agustín, en De Magistro, daba razón de ello: ¿por qué aceptar la voz del maestro, si no es porque a través de él habla algo que es en sí mismo sagrado? «Al que escucha, si las sintió y presenció, mis palabras no le enseñan nada, sino que él reconoce la verdad por las imágenes que lleva en sí mismo; pero, si no las ha sentido, ¿quién no verá que él, más que aprender, da fe a las palabras? Cuando se trata de lo que captamos con la mente, es decir, con el entendimiento y la razón, hablamos de lo que vemos presente en la luz interior de la verdad, con que está iluminado y goza el llamado hombre interior; pero entonces, también el que nos oye, si él mismo ve con una mirada simple y secreta esas cosas, conoce lo que yo digo en virtud de su contemplación, no por mis palabras. Luego tampoco a éste, que ve cosas verdaderas, le enseño yo algo diciéndole la verdad, pues aprende, no por mis palabras, sino por las mismas cosas que Dios le muestra interiormente; por lo tanto, si le preguntase sobre estas cosas, también él podría responder. ¿Y hay nada más absurdo que pensar que le enseño con mi locución, cuando podía, preguntado, exponer las mismas cosas antes de que yo le hablase».
¿Qué autoridad queda al maestro, cuando la reverencia debida a su metafísico vicariato de lo divino no posee ya subsuelo de creencia en el que enraizar? Es duro responder que no hemos hallado nada con lo cual suplir aquel altar de lo sagrado que, tras la huida de los dioses que cantara Hölderlin, hizo del magisterio oficio en nada superior al de los lacayos. ¿Por qué respetar a ese pobre diablo mal pagado, en cuya función nadie cree, el Estado menos que nadie? Bien está que, al menos, la administración lo proteja de palos y humillaciones. Pero el maestro ha muerto.

No sé hablar catalán y voto al PSC

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Rachas aparentes


Toda racha de mala suerte tiene un final, aunque sólo sea para que pueda comenzar otra del mismo signo. Pero será una racha distinta. Muchas veces nos dejamos engañar por los extraños signos que preceden a las catástrofes y confundimos las explosiones del depósito de municiones con la pirotecnia que saluda el desfile de los héroes.
O sea que no hay que magnificar los cambios de rachas aparentes.

martes, 3 de noviembre de 2009

Políticos, no nos fiamos de vosotros.


Recuerdo que en la película de Médem "La pelota vasca" aparecía un músico -creo que era un músico- que decía algo así como: "Políticos, no nos fiamos de vosotros, porque sois unos mentirosos". Cuando lo vi, pensé: éste tiene razón. Por supuesto que a mí me habría parecido mejor que hubiera dicho "casi todos", pero tampoco le reprocho la generalización, porque lo que decía no vale para todos los políticos, pero sí para "los políticos" en tanto que colectivo.
Con el paso de los años, me he ido haciendo una idea cada vez más negativa de la clase política española. Me parece inmoral, oportunista, vaga y escasa de luces.

El radiólogo era nacionalista

La economía explicada con vacas


Socialismo:

Tú tienes 2 vacas.
El Estado te obliga a darle 1 a tu vecino.

Comunismo:
Tú tienes 2 vacas.
El Estado te las quita y te DA algo de leche.

Fascismo:
Tú tienes 2 vacas.
El Estado te las quita y te VENDE algo de leche.

Nazismo:
Tú tienes 2 vacas.
El Estado te las quita y te dispara en la cabeza.

Burocratismo:
Tú tienes 2 vacas.
El Estado te pierde una, ordeña la otra y luego tira la leche al suelo.

Capitalismo tradicional:
Tú tienes 2 vacas.
Vendes una y te compras un toro.
Haces más vacas.
Vendes las vacas y ganas dinero.

Capitalismo moderno:
Tú tienes 2 vacas.
Vendes 3 de tus vacas a tu empresa que cotiza en bolsa mediante letras de crédito abiertas por tu cuñado en el banco.
Luego ejecutas un intercambio de participación de deuda con una oferta general asociada con lo que ya tienes las 4 vacas de vuelta, con exención de impuestos por 5 vacas.
La leche que hacen tus 6 vacas es transferida mediante intermediario a una empresa con sede en las Islas Cayman que vuelve a vender los derechos de las 7 vacas a tu compañía.
El informe anual afirma que tú tienes 8 vacas con opción a una mas.
Coges tus 9 vacas y las cortas en trocitos. Luego vendes a la gente tus 10 vacas troceadas.
Curiosamente, durante todo el proceso nadie parece darse cuenta que, en realidad, tú sólo tienes 2 vacas.

Economía japonesa:
Tú tienes 2 vacas.
Las rediseñas a escala 1:10 y que te produzcan el doble de leche.
Pero no te haces rico.
Luego ruedas todo el proceso en dibujos animados. Los llamas "Vakimon" e incomprensiblemente, te haces millonario.

Economía alemana:
Tú tienes 2 vacas.
Mediante un proceso de reingeniería consigues que vivan 100 años, coman una vez al mes y se ordeñen solas.
Nadie cree que tenga ningún mérito.

Economía rusa:
Tú tienes 2 vacas.
Cuentas y tienes 5 vacas.
Vuelves a contar y te salen 257 vacas.
Vuelves a contar y te salen 3 vacas.
Dejas de contar vacas y abres otra botella de vodka.

Economía china:
Tú tienes 2 vacas.
Tienes a 300 tíos ordeñándolas.
Explicas al mundo tu increíble ratio de productividad lechera.
Disparas a un periodista que se dispone a contar la verdad.

Economía suiza:
Hay 50000000000 vacas
Es obvio que tienen dueño pero nadie parece saber quién es.

Economía francesa:
Tú tienes 2 vacas.
Entonces te declaras en huelga, organizas una revuelta violenta y cortas todas las carreteras del país, porque tú lo que quieres son 3 vacas.

Economía española:
Tú tienes 2 vacas, pero no tienes ni idea de dónde están.
Pero como ya es viernes, te bajas a desayunar al bar que tienen el Marca.
Si acaso, ya te pondrás a buscarlas el miércoles después del puente de San Aniceto.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Cuajo



Este es el cartel que el PSC está pegando en los cilindros publicitarios de Barcelona. Mandan en el Ayuntamiento en la Generalitat y en el Gobierno central, pero por lo visto no son responsables de la crisis. Quieren sacar rédito electoral de todas las partes...Sacan votos hasta de sus fallos. Son máquinas electorales sin escrúpulos, únicamente la sensibiliad del votante puede acabar con el cuajo y la caradura.

Inexistencias


Jon Juaristi en ABC


Como remedio para fobias anticatalanas, Xavier Vidal-Folch ofrece en «El País» (Si Cataluña no existiese..., miércoles, 16 de julio) un argumento que produce, a un tiempo, estupor y regocijo: Cataluña ha sido la adelantada del sistema autonómico español, la comunidad que abrió camino y sirvió de modelo a las demás autonomías españolas, viene a decir Vidal-Folch, y, por tanto, si Cataluña no hubiera existido, no existiría hoy un Estado de las autonomías.
Lo primero que hay que resaltar es la prosapia literaria de dicho argumento. Mucho antes que a Niall Ferguson se le ocurriera inventar la Historia Virtual, Adolfo Bioy Casares había especulado con la posibilidad de una narración sobre la Argentina contemporánea que partiera de la hipótesis de que los vascos nunca hubieran existido. Después, considerando que las consecuencias de tal conjetura serían harto complicadas, se decidió por otra más sencilla, la inexistencia de los galeses, que también ponía la realidad patas arriba, pero en términos todavía manejables, lo ideal para un escritor de ficción.
A Bioy Casares me lo presentó en Buenos Aires, hace veinte años, Fernando Rodríguez Lafuente, amigo entrañable que, ese día, no pudo resistir la tentación del exotismo y se refirió a mí como «un poeta vasco». A Bioy le brillaron los ojillos y me dijo: «¿Vasco? Yo también soy vasco, ¿sabe usted?». Ingenuamente, pregunté: «¿Por Bioy?». Entonces entreví un fulgor de maldad en las pupilas cerúleas del novelista y supe que me había tendido una trampa. «No», respondió: «Por Casares». Creo que en la ingenuidad o en la estupidez de mi pregunta obraba, de forma más o menos consciente, el recuerdo de aquel párrafo de Bioy en que planteaba que, de no haber existido los galeses, no habrían existido los argentinos de apellido galés, que no son muchos, pero tampoco la calle Owen de Buenos Aires, llamada así en honor del empresario textil y socialista utópico cambriano Robert Owen, que jamás pisó Argentina.
Si los inexistentes hubieran sido los vascos, habría desaparecido con ellos Borges (que los detestaba, pero reconocía venir de gentes que se llamaron Garay u Otálora), y Bioy habría pasado a la historia, en solitario, como el gran escritor argentino del siglo XX. En fin, bromas de literatos. La inexistencia de Cataluña habría aniquilado a la práctica totalidad de los españoles actuales, pues todos tenemos algunos antepasados catalanes conocidos y, seguramente, muchos que ignoramos. Y, sin la existencia de la Castilla histórica, se desvanecería en la nada, para empezar, el Honorable President de la Generalitat. La idea de que Cataluña o el País Vasco han ido siempre por libre, enfrentándose a la España cañí, es simplemente absurda, y sus autonomías respectivas, cuando las han tenido, han sido fruto de consensos nacionales; es decir, españoles.
Lo más chusco del artículo de Xavier Vidal-Folch reside en su lógica de Antiguo Régimen, que consiste en esgrimir supuestos méritos exclusivos de una comunidad para justificar privilegios. Por cierto, los inventores del truco fueron los vascos del siglo XVI, que no reclamaban la patente del sistema autonómico, sino la de España misma, con el encomiable fin de no pagar impuestos. Los arcaicos estereotipos regionales serían hoy folclore inofensivo y, desde luego, no habrían dado pretexto a fobias, si los nacionalismos no hubieran convertido el Estado autonómico en una versión posmoderna del Estado de naturaleza, donde bandas depredadoras del presupuesto nacional se apedrean entre sí con victimismos y teóricas excelencias morales.

sábado, 31 de octubre de 2009

Vísperas


Cuando la noche del sábado ya se espera con esperanza el lunes siguiente, es la señal inéquivoca que no sabemos qué hacer con nosotros mismos.

Desde pequeñito hay que optar por la libertad y la rebeldía

viernes, 30 de octubre de 2009

Vísperas


Cuando la noche del viernes ya se espera con esperanza el lunes siguiente, es la señal inéquivoca que no sabemos qué hacer con nosotros mismos.

jueves, 29 de octubre de 2009

Reflexionando que es gerundio.


Más de tres años luchando, repitiendo lo nunca dicho y tantas veces pensado. ¿Ha servido de algo? ¿O ha sido únicamente la enésima estafa en nombre de la imaginación?
Recuerdo los ojitos de miedo que tenían los otros partidos y pienso que sí que ha valido la pena.

El mundo amarillo.


Os transcribo un trozo de "El mundo amarillo", un libro de Albert Espinosa.


Es curioso la cantidad de cosas que hacemos sin saber por qué las hacemos. Un amigo mío, Eder, escribió un relato en el que hablaba de "los tres segundos que aguantatamos mirando el sol". Es cierto aunque nadie te ha dicho que no puedes mirar más de tres segundos el sol, tú sabes que es cierto y no lo haces. Es curioso, el sol siempre está allí arriba, observándonos, dando calor, y en cambio qué poco le aguantamos la mirada. Sin duda es el gran amarillo. Lo sentimos, lo notamos, sabemos que está allí pero no debemos mirarlo mucho.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Como si un catalán cantase en quechua en Barcelona.



Kewdy de los Santos es un cantante dominicano más conocido como "Gato malo". Su especial vinculación con Barcelona le ha llevado a grabar varias bachatas en catalán e incluso se ha atrevido a cantarlas en programas televisivos de República Dominicana. Según él: "así explica de paso que en la madre patria no solo se habla español".
Que un dominicano cante en su país en catalán es una excentricidad comparable a que un catalán cante en quechua en Barcelona. Cada uno tiene libertad de cantar en la lengua que le apetezca y a nosotros, por supuesto, de escuchar a quien nos dé la gana. Defiendo el bilingüismo como herramienta para un mejor entendimiento, no para montar el número y llamar la atención de algunos medios de comunicación.

El barón rampante


"Así pues, éste de los incendios fue un buen verano: había un problema común que a todos interesaba resolver, y todos lo anteponían a sus otros intereses personales, compensándolos de todo la satisfacción de hallarse en concordia y estimación con muchas excelentes personas.
Más adelante, Cosimo tendrá que comprender que cuando el problema común ya no existe las asociaciones no son tan buenas como antes, y que vale más ser un hombre solo y no un jefe."



ITALO CALVINO, El barón rampante

martes, 27 de octubre de 2009

lunes, 26 de octubre de 2009

El proceso y su vigencia.



No hay ninguna duda de que detrás de las manifestaciones de este tribunal, en mi caso pues, detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se encuentra una gran organización. Una organización que, no sólo da empleo a vigilantes corruptos, a necios supervisores, y a jueces de instrucción, quienes, en el mejor de los casos, sólo muestran una modesta capacidad, sino a una judicatura de rango supremo, con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros ayudantes, sí, y es posible que incluso emplee a verdugos, no tengo miedo de pronunciar la palabra. Y, ¿cuál es el sentido de esa organización, señores? se dedica a detener a personas inocentes y a incoar procedimientos absurdos sin alcanzar en la mayoría de los casos, como en el mío, un resultado.



Primera comparecencia de K ante el tribunal.
FRANZ KAFKA, El proceso.