Yo no tengo nada contra los perdedores, si es que pierden defendiendo sinceramente lo que creen. Todo lo contrario. Me producen un gran respeto.
El tipo de personaje que no me merece ningún aprecio es el ambicioso que pone ne marcha planes sin principios para ascender hasta las más altas cimas, sin reparar en medios, y encima la pifia y se estrella. Ése es, para mí, el prototipo de fracasado.
miércoles, 6 de marzo de 2013
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